—Ya no sé qué voy a tener que hacer. No puedo aguantarlo más.
—Cristina, ya te lo hemos dicho muchas veces. El día que quieras nos llamas y nos presentamos Juan y yo en tu casa.
—¿Y tú te crees que voy a conseguir algo así? Tengo una hija de dos años, y no tengo trabajo.
—¿Y qué vas a conseguir viviendo ahí? ¿Dinero? Primero se empieza por las palabras y los insultos, pero luego viene lo peor.
—Pedro nunca sería capaz de hacer algo así.
—¿Sabes qué? Cuando le conocimos, nosotros pensamos que por fin habías encontrado a un hombre que merecía la pena, pero fíjate ahora. Han pasado cuatro años y todo ha cambiado... Nunca sabes cómo va a ser la gente en un futuro, pero cuando ya ves cómo son en realidad, debes irte. Tengas o no hijos con esa persona.
—Es muy fácil decirlo, pero es muy complicado.
—Cristina, eres mi hermana, y no quiero que pases por lo que pasó mamá con el cabrón de nuestro padre. Nos merecemos una vida mejor, y mamá, que en paz descanse, seguramente desee lo mejor para ti y tu hija.
—Dame tiempo para pensarlo...
—El que tú quieras, pero que no sea demasiado tarde.
No hay comentarios:
Publicar un comentario