martes, 29 de noviembre de 2011

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 23:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─Si me tiro un pedo, me cagoooooo...

©Juanjo Díaz

Mesa #10. Martes 22/04/2014 22:51

─¿Cómo sé que es usted un buen pirómano?
─¿Usted se acuerda del incendio de los grandes almacenes La Paloma el día de Navidad?
─Sí
─Fui yo.
─Vaya, pues quedó todo hecho cenizas.
─Y cincuenta y siete muertos, diez niños entre ellos.
─Ya lo sabía...
─¿Y se acuerda del incendio de parque natural de Belladona?
─Sí, claro. Tardaron casi seis semanas en sofocarlo... ¿Fue usted?
─Por supuesto. ¿Acaso duda? Fue todo muy sencillo.
─Le felicito.
─Gracias.
─Bueno, a lo que iba. Como ya le dije claro por teléfono, necesito un encargo especial, algo que además usted va a disfrutar mucho.
─No me diga...
─Es un proyecto ambicioso. Digno del mejor entre los mejores.
─Pues entonces yo soy su hombre.
─Espero que sí.
─¿Y en qué consiste ese trabajo?
─De fuego, claro está, pero no se trata de quemar bosques, ni una casa, ni siquiera un grupo de ellas. Le estoy hablando de quemar una ciudad entera, esta ciudad, por supuesto.
─Suena muy excitante, sí. Sabe usted que eso va a costar muy caro, ¿verdad?
─No se preocupe por el dinero. Tengo y de sobra para ello. Además, cuente con el mejor material para arrasar kilómetros a la redonda.
─¡Hmmmmm! ¿Sabe? Ha conseguido no sólo emocionarme, sino también excitarme mucho. Ahora mismo tengo una enorme erección y muchas ganas de masturbarme.
─Vaya, que curioso. ¿Le suele suceder?
─Sólo cuando quemo cosas. Si me permite me voy al baño a meneármela.
─¿Y por qué no lo hace aquí?
─¿Aquí? ¿Está usted loco? ¿Qué se piensa, que soy un exhibicionista?
─No, hombre. Si se fija, en el café apenas hay gente y además nos tapa la columna. Sáquesela y no le dé apuro meneársela mientras hablamos. Si quiere le hablo de fuego para acrecentar su placer.
─¿No será usted...?
─¿Maricón? No, soy una persona normal. Además, voy a misa cada semana.
─No hable de iglesia que me “destrempo”.
─Huy, perdone.  A lo que iba. Tengo a mi disposición todo tipo de explosivos: Trinitrotolueno, RDX, PENT, Nitrato de Amonio, ANFO, Amonal, TNP, Picrato Amónico, Tetranitrometano, HMX y C-4. Totalmente combinable con nafta para aviones, gasoleo y gasolina súper sin plomo. Todo eso es suyo si lo necesita.
─Siga... Siga... ¡Agghh!
─Bien, tengo planos de todos los edificios importantes de la ciudad, así como una llave maestra de cada uno de ellos. Le he traído estas gafas especiales. Cuando entre podrá ver las marcas que han dejado mis hombres para que usted ponga todas las cargas necesarias. Hemos modificado los contenidos de las mismas para que el fuego sea más virulento y se propague con mayor celeridad.
─¡Arggghhh... me gusta, sigaaa!
─Vaya, se está poniendo como una moto... Le he traído una muestra de nuestro producto estrella; es un explosivo gelatinoso cuya potencia destructora es superior a veinte bombas de Hiroshima. Se lo destapo para que pueda olerlo. Hágalo, sin miedo...
─¡Hmmmmmm...! ¡Ohhhh! ¡Eso huele a gloria! ¡Aggggh!
─Me gusta que le guste...  Sepa que este sólo lo ha de colocar en el Ayuntamiento y en el Senado. Para el resto tiene un buen surtido de "petardos". Ah, hemos hecho un apaño para desviar el agua de las cloacas y los grifos y cambiarla por gasóleo. De esta forma el fuego llegará a todas las casas y causará el caos en el mismísimo cuerpo de bomberos. Va a ser muy divertido verles quemar cosas en vez de apagarlas. Va a ser como en ese libro... Vaya, ahora no recuerdo el nombre...
─Fahrenheit... cuatro... cinco... ¡Ohhhhh! Uuuno... ¡Argggh estoy a punto de coooorrermeee!
─Tenga, el servilletero, no vaya ahora usted a mancharme.
─¡Ahhhhhh...! ¡Joderrr! ¡Joderrr! ¡Cabrónnnnnnn! ¡Que me corroooo! ¡Ahhhhhhhhhhhhhhh!
─¡Ups! Por qué poco me ha ido... Bien, veo que le agrada la idea. En cuanto a los honorarios... No se preocupe, le pagaremos lo establecido más el veinte por ciento de pluses por cada edificio que quede convertido en polvo. Por los muertos también recibirá su parte; los vehículos y los heridos no cuentan. Somos generosos, pero no hermanitas de la caridad. ¿Qué me dice? ¿Trato hecho?
─Sí, por supuesto.
─No hace falta que me dé la mano. Ahora vaya al baño a acabar de limpiarse. No se preocupe. No pienso abandonarle. Seguiré estando aquí en cuanto regrese.
─¿Puedo hacerle una pregunta?
─Adelante, dispare, ¡ops, ja, ja, ja, ja! Creo que eso ya lo ha hecho y muy gustosamente por lo que he visto.
─Muy agudo... ¿Qué pretende usted ganar destruyendo todo esto?
─Clientes. Muchos y poderosos.  Todos ellos esparcidos por el mundo.


Mesa #20. Domingo 31/05/1987 23:51


—Lo tengo todo bien planeado, es un buen golpe, nos vamos a llevar parné del bueno por la jeró, sin tirar de cacharra y ni picos ni guindillas que nos muerdan. Se acabó sirlar a los julais.
—Qué grande eres, Bellaco, tocas todos los registros, eres un randa de puta madre, nos vamos a levantar este flus en un pis pas.
—Escucha, Huevete, tú haces de posta en el buga, la pipa en los pantalones guardada que no te guinde la madera y si eso me das el agua, el palo lo pego yo con mis cojones, encalomo la cosa y luego nos repartimos el napo que es to colorao, y nada de canguelo que eres un bujarrón.
—¡Nooooooooo! ¡Ese murcio campeón! Y yo que pensaba que eras un yonqui sirlero robaviejas... ¡Oyes! Tanta priva voy a mear, ahora vuelvo, ¿eh?
(...)
—¡Eh! ¡Camarero, mierda! ¿El tipo que estaba aquí conmigo? ¿DÓNDE ESTÁ? ¡Joder, mi cartera y mi chupa! ¡Sañero piquero HIJOPUTAAAAAAAAAAAAAAAA!

Mesa #05. Lunes 05/06/1995 20:50


—Mari, ¿has visto a ésos? Los de la mesa del fondo.
—¿Los que no paran de reírse?
—Sí, los mismos.
—Son gilipollas.
—Y tú una amargada.
—Se habrán comido un ácido.
—O acaban de salir de una sesión de risoterapia.
—O han estado toda la noche sin dormir y con el cansancio les da la risa...
—O se han fumado un porro de marihuana.
—Eso es como lo del ácido, no vale. Di otra cosa...
—¡Ah, que ahora estamos jugando?
—¿Y por qué no?
—A ver... Ya sé, te han visto la cara.
—Muy gracioso... ¿No será que te han visto el culo a ti?
—Eso no vale, es lo mismo ver mi culo que ver tu cara...
—¡Ja, ja, ja, ja, ja!
─¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡¡Juaaaaaa, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!! ¡Esto es contagioso!

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 22:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! AJA! AJA! AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─El libro de reclamaciones. Tuuuuu, tuuuuu... Me dan el liibroo de reclamaciooneees, poor faavooor!!!

©Juanjo Díaz

Mesa #07. Lunes 19/10/2009 15:21

─¡Jo tías vengo super acongojada...! ¡No os vais a creer lo que me acaba de pasar!
─¡Wuaaaala tío sí, se te ve muy mala cara¡!
─Anda siéntate con nosotras y tómate un “aguas”. ¿Qué te ha pasado?
─Eso ¡No nos tengas en ascuas!
─Pues no veas tías ¿os acordáis del pavo ese que conocí el sábado en la discoteca?
─¿Ese tan guapo con el que te fuisteis en su descapotable?
─¿El del cinturon Dolce & Gabbana?
─Sí, tías ese. Pues veras, esta mañana se ha presentado en mi trabajo a decirme que ya no quiere salir conmigo, que lo nuestro fue pasajero y que espera que seamos muy buenos amigos.
─ !Wuaaaaaala¡ ¡Muy fueeeeerte tío!
─Lo más.
─Ya os digo. Estaba tan flipada con la situación que no pude reaccionar. No me dio tiempo de decirle que aquella no era la mejor forma de cortar una relación tan especial ¿Qué se había pensado? ¡Por lo menos, si quería cortar conmigo, que hubiese tenido la dignidad de decírmelo con un mensaje por el móvil!

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 21:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! AJA! AJA! AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─¡Qué me cagooo! ¡Qué lloroooo! ¡No pueo, no pueo, no pueo!!!

©Juanjo Díaz

Mesa #10. Jueves 13/07/1995 19:32

─¿Me perdonas?
─Te perdono.
─¿Y por qué me perdonas?
─Pues ahora que lo dices, no lo sé... ¿Crees que debería enviarte a la puta mierda?
─¿Me lo merezco?
─¿Tú qué crees?
─Pues sí, mucho, pero yo te perdono y si tú no me perdonas serás un necio y una basura y la gente se reirá de ti, te odiarán y acabarán sintiendo compasión por mí, aunque haya sido yo quien te haya hecho las mil y una perrerías...
─Vale, pues entonces te perdono.
─Gracias. ¿sabes? te amo mucho. Por cierto, hoy no me esperes despierto que he quedado con uno para darme un revolcón y después reírnos de tu cara.
─Descuida mi vida, dejaré la luz del recibidor encendida no sea que te tropieces con el mueble de la entrada y te hagas daño en el pie.
─¡Qué bueno eres! ¡Te amo!
─¡No, yo te amo mucho más! Ya sabes que sin ti soy una sombra en la oscuridad.

lunes, 28 de noviembre de 2011

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 20:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─¿Les paso el orinal con agujeros?

©Juanjo Díaz

Mesa #10. Domingo 11/12/1983 22:40

─¡Eres una puta yonqui!
─¡Es que me tienes enganchao!
─¡Pues te voy a dejar!
─¡No, que me entra el mono y me pongo mu chunga!
─No sé qué voy a hacer contigo...
─Darme más de ti...
─La culpa es mía, ya te dije que soy muy tóxico...
─Ya, y yo mu vulnerable...

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 19:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─Para mí es un poco soso. El chiiste, el chiiste...

©Juanjo Díaz

Mesa #07. Jueves 17/06/1999 13:02

─¿A qué sabe tu filete?
─Pues a una mezcla de neopreno con aroma de madera de barril. ¿Y el tuyo?
─¡El mío sabe al caos absoluto!
─¡Fascinante! ¿Me dejas probarlo?
─¡Sin ningún problema! ¡Pilla tu del mío!

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 18:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─¿Podrían reír más bajo?

©Juanjo Díaz

Mesa #10. Lunes 08/04/2010 20:33

─¿Crees en las maldiciones?
─No.
─Pues yo sí; es más, mientras esperamos a que nos sirvan lo que nos hemos pedido te voy a contar una historia en la que yo, sin desearlo, formo parte de una. Verás, sé más o menos con certeza que mi familia esta maldita...
─Pero...
─No, no trates de interrumpirme, déjame que te cuente, así, de un tirón. A ver... Cómo empiezo... Ah sí, todo comenzó hace casi veinte años; mi madre se peleó con una de sus cuñadas. La mujer de mi tío era una persona de un carácter fuerte, soberbia, de temperamento tosco y fama de bruja que hacía que nadie o casi nadie le pudiera plantar cara. Pues bien, cuando murió mi abuelo, mi tía se emperró en quedarse con gran parte de los enseres de la casa. En su mayoría eran muebles antiguos, algunos de cierto valor económico. Mi madre se opuso radicalmente a ello. No porque le interesasen, sino porque dichos muebles eran un préstamo de una hermana de mi abuelo y mi madre, haciendo caso a las últimas voluntades del mismo, se emperró en que su primo, que era el legítimo propietario a dichos muebles, tuviera la potestad de elegir qué haría realmente con ellos. Por supuesto los muebles se los llevó. Es más, no veía por qué una pariente de la rama política los reclamaba como suyos.
─Eso también lo he pensado yo...
─Pues bien, como te imaginas, la pugna acabó en una gran discusión y la discusión en pelea. En un pis pas la familia, como si fuese un torreón acosado por un poderoso ejército, se vino abajo, en menos de lo que canta un gallo. Huy, mira ya han llegado los bocadillos.
─No importa, sigue contando...
─Bien, pasaron dos años en los que nadie se atrevía a dar el paso y volver a dirigirse la palabra. Bueno, más que atreverse, en mi opinión creo que no les daba la puta gana. Por otro lado había mucha manipulación, mucho veneno vertido por parte de la mujer de mi tío, odio e ira acumulada... mala combinación.
─Explosiva, diría yo.
─Todo el mundo, en el que incluyo, y el resto de primos y tíos, parecía ajeno a cualquier intento de apaciguar las aguas. Era como si les diese por lamerse las heridas. Pero aun así algunos miembros llegaron a crear extrañas alianzas entre ellos, potenciando las malas vibraciones. En cualquier caso, la peor parada fue mi madre. Ella se quedó sola. Incluso su primo, al que tanto había apoyado y defendido, también acabó por darle la espalda.
─Vaya...
─Mi madre siempre había sido una mujer muy valiente y aguantó carros y carretas, muy en especial en una etapa en la que lo pasamos muy mal en lo que respecta al tema económico. No sé, yo creo que ahí fue donde empezó todo. Me refiero a que aquél fue el primer paso para que se pusiera en camino la maldición que nos asoló después.
─¿Y por qué estás tan seguro de eso?
─Déjame que te lo cuente. Después de la pelea familiar todo nos empezó a ir mal. Mi padre tuvo una mala racha laboral y no fue echado de su trabajo, sino invitado a hacerlo. Al negarse fue puteado por sus compañeros en un clima enrarecido que se había creado dentro de la empresa. Todo el mundo estaba contra él. Lo humillaban y lo despreciaban, era como si fuese la diana en una competición de dardos salvaje y multitudinaria. Un año después mi padre, debido al estrés, sufrió un infarto. No fue en el corazón sino en los intestinos; trombosis mesentérica se llamaba su mal. Casi se nos muere; bueno, en realidad se murió, en dos ocasiones, sobre la mesa del quirófano mientras le operaban de extrema urgencia. Recuerdo muy bien ese día. Era uno de esos días a los que yo llamo lúcidos, de ésos que están marcados a fuego en el calendario de tu vida. Es ese tipo de día en el que te das cuenta de que tu vida se encuentra justo frente a un cruce de caminos y que no eres tú el que decide adónde vas, entre otras cosas porque ya no sabes adónde vas, aunque en el fondo te gustaría llegar sano y salvo a tu destino, sea cual sea.
─Creo que a mí eso me ha sucedido en un par de ocasiones.
─Ya, a todo el mundo le ha sucedido alguna vez. Por suerte este tipo de días no suelen abundar. Ojo, y de la misma forma que hay en negativo también los hay en positivo, díselo a los que les toca una quiniela millonaria... En todo caso, son días en los que no está de tus manos decidir qué haces y que por mucho que quieras no puedes controlar. Todo se supedita al destino. ¡Chas! Un error y en menos de un respiro tu vida deja de ser tal y como la habías conocido hasta entonces. Lo peor de los casos es que eres consciente de ello. Pues bien, a lo que iba, en aquella ocasión, no sé si debido a que la maldición estaba en su etapa más primigenia, tuvimos bastante suerte, bueno, si se puede llamar suerte. Mi padre salió victorioso, sí, pero todo a cambio de una penosa y dura etapa de recuperación. No sólo perdió su salud, también condicionó para siempre nuestro tipo de vida. A cambio, el destino, en un acto compensatorio, nos devolvió los malos momentos pagándonos con dinero. Ya sabes, mi padre consiguió una prejubilación, la empresa le pago aparte un seguro de vida y una indemnización correspondiente a la baja laboral; no decidió él dejar de trabajar, lo hizo la enfermedad. Bueno, más concretamente, la maldición. Curiosamente, gracias a ello, pasamos unos años en los que pudimos respirar tranquilos y vivir bastante holgados.
─Menos mal.
─Ya, pero aquella bonanza duró poco tiempo. Tres años más tarde un accidente inesperado casi acaba con la vida de mis padres, de mi hermana y la mía propia. Salimos ilesos. Pero poco nos faltó, por los pelos, para morir juntos. Ese día fue también crucial. Mi madre consiguió hacer las paces con su cuñada; o por lo menos limar asperezas. Pero nada se pudo hacer con la maldición: ya estaba echada. ¿Sabes?, en la mayoría de las ocasiones ésta adquiere vida propia y ya no se puede detener. Se puede esquivar, pero nunca conseguir huir de ella. Te persigue incansable.
─¡Madre mía!
─Como te puedes imaginar, aun después de haber regresado la paz a la familia la maldición también regresó, justo en el momento en que todo parecía perfecto y con muchísima intensidad. Lo hizo cuatro años más tarde. Su llegada fue como un poderoso tsunami y se llevó con ella la vida de mi madre y de propina nos dejó sin casa 
un rayo la quemó por completo y a mí sin trabajo; todo ello en menos de quince días.
─¡Vaya!
─He de decir que la muerte de mi madre fue tan inesperada que sorprendió a muchísima gente. Es lo que tienen los ictus, encima si estos vienen en el peor lado del cerebro y justo el mismo día en que en el hospital al que la llevan nada funciona tal como debería funcionar. He de reconocer que en esta ocasión la maldición entró en nuestras vidas como un ladrón en la noche.
─Ni que lo digas...
─Era todo muy extraño. Como si de repente el protagonista de una película, o de un libro, es eliminado justo en mitad de la historia. Aquello no cuadraba por ningún lado. Fue por aquel entonces cuando yo, buscando respuestas, comencé a atar cabos y me di cuenta de la posible existencia de algo inusual, de una sombra que no debía estar ahí pero que de vez en cuando la podías ver por el rabillo del ojo.
─¿Te refieres a la maldición?
─Sí, la maldición. He de reconocer que por un lado la muy jodida había vuelto a ganarnos la batalla pero, por otro lado, también había perdido la guerra. En esta ocasión había querido ser ambiciosa y por culpa de ello había perdido puntos en astucia. Su torpeza la había traicionado y sin querer había asomado la patita. Se había dado a conocer. Para tratar de hacer una maldad a lo grande creo que se se ha de tener algo más que fuerza o impulsividad.
─Vamos, la discreción no era lo suyo...
─¡Exacto!
─Perdona que te interrumpa, pero hablas de la maldición como si fuese una persona de carne y hueso. ¿No es mejor echarle la culpa a la supuesta persona que la puso en marcha? ¿O pedirle que hiciera algo para detenerla?
─Ya te he dicho que no se puede. Ya no tenía dueño. Era independiente. Se había creado con mucha ira y odio y esa fuerza tenía vida propia. Al final puedo asegurarte que había acabado adquiriendo una especie de aspecto, aunque fuese algo abstracto o intangible, pero no por ello sin dejar de tener incluso una personalidad propia, como la que puede tener una persona. Como tal, la maldición había adquirido virtudes y, por qué no, también sus defectos. En el caso de nuestra maldición, como ya te he dicho antes, era la prepotencia y la torpeza.
─No es que no te crea, pero sigo viendo todo como un compendio de casualidades. Lo veo mucho más factible que pensar en la influencia de lo esotérico.
─Déjame que continúe y verás como no es así.
─De acuerdo, adelante.
─Dos años después de la muerte de mi madre la maldición volvió a aparecer. Afectó a varios miembros de la familia, incluso a aquellos que habían formado parte de la extraña alianza. Había muertes inesperadas, casos de cáncer virulentos, infartos... Fue curioso, pero a la familia de ella, la mujer de mi tío, nunca les pasó nada. Todos ellos con una salud de hierro. En nuestro núcleo familiar la maldición le hizo una visita nada cordial a mi hermana. Vino a verla para traerle una terrible enfermedad neuronal, degenerativa y muy poco común en gente de su edad. Era tan virulenta que la fue mermando de forma rápida días tras día y para mayor colmo también afectó de pleno a su vida de pareja. Lo que en un principio fue no saber llevar una situación tan drástica como aquella al final se convirtió en una pesadilla llena de insultos, vejaciones, golpes y casi la muerte. Sí, la maldición había vuelto y de nuevo con fuerza. Lo digo porque de postre aún tuvo el capricho de propinarle el empujón definitivo a mi padre que le condujo derechito a la tumba.
─Es espeluznante lo que me cuentas. Entonces, ¿el próximo en caer vas a ser tú?
─Bueno, la maldición no me está castigando con una enfermedad, para mí ha guardado lo peor.
─¿Lo peor? No te entiendo...
─Su regalo ha sido darme el pleno conocimiento de su existencia y ser testigo de su poder de destrucción. Sin que pueda hacer nada por acallarlo. No te puedes imaginar cómo duele la impotencia.


domingo, 27 de noviembre de 2011

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 16:50

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─Si no se llama Pedro.

©Juanjo Díaz

Mesa #11. Viernes 11/11/2011 11:00

─Nos faltan veinte euros para pagar.
─En ese caso llamaré al encargado.
─Buenas, ¿decían?
─Sí, que nos faltan veinte euros para pagar.
─Bueno; veinte euros son cinco horas de asistente de cocina. Pasen, pasen y comiencen recogiendo las basuras por favor...

Mesa #13. Viernes 27/11/2099 16:42

─¡Camarero! ¡Aquí! 
─El señor... ejem... el señor dirá.
─Pero, ¿cómo que el señor dirá? ¡JA, JA, JA, JA! ¿Acaso no nos ves, muchacho? ¿No te dice nada este parche en el ojo? ¿Ni ese garfio en la mano de mi colega? ¡JA, JA, JA, JA! Si quieres te enseño mi rúbrica... ¡JA, JA, JA, JA!
─¡JA, JA, JA, JA, JA!  ¡Mira que eres zafio y animal, Barbaquemada!
─¡JA, JA, JA, JA! ¡Eso dice mi madre! ¡JA, JA, JA, JA!   ¡Tráenos unos barriles de ron, amigo!
─¡Y para picar unos tacos! ¡Ándale! ¡Y burritos de carne con chili y guacamole!
─¿Cómo? ¿Qué dices, Patanegra?
─¿Qué pasa pues, manito?  Yo no noto nada raro, güey...
─¡Por mis barbas chamuscadas! ¿Pero por qué te has puesto a hablar así de raro? ¿Acaso me tomas el pelo? ¿Quieres probar el sabor de mi sable? 
─Pero si yo no "hise" nada. ¿Acaso no hablé clarito? ¿No se me entendió,  hermano?
─La madre que me parió...
─Aquí tienen el ron. No teníamos barriles y el jefe me ha dicho que les sirva estos chupitos. 
─¿¿¿Cómo??? ¿¿¿Esto qué es??? ¿Un dedal? ¡Que me aspen!  ¡A Barbaquemada nadie le toma el pelo, muchachito! ¡Dile a tu jefe que se persone ante mí ahora mismo!
─Híjole! Pues a mí me "paresen" muy bien, hijo de la chingada... aunque lo "sierto" es que una Coronita bien fría estaría mucho mejor...
─¡Agggggg!  
─Pero no mames, güey, ¿dónde vas tan aprisa si no te tomaste la copa y yo no tengo ni un chavo para apoquinar? ¡Oye! ¡Espérame! ¡Deja el carro! ¡ No te vayas que yo no puedo correr, amigo! ¡ No me pusieron Patanegra por purito chance! ¡Oyeee!

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 14:50

─¡¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─¿Eh? ¿Por qué? ¿Por qué?

©Juanjo Díaz

Mesa #08. Miércoles 12/08/1942 16:43


—¿... En qué mesa dices que era?
—Ésta, ésta, la de en medio.
—¿Entonces es ese tipo?
—Sí, ése es.
—Bien, caballero, arreando.
—¿Perdone?
—Ahorrémonos las explicaciones absurdas. Usted sabe que ella llegó primero.
—Pues no, no sé de qué me habla.
—No me obligue a explicarme que yo no sé hablar. ¡Arreando! Vamos, chiquitita, siéntate, no te preocupes por este imbécil.
—¡Oiga! ¿Qué está haciendo?
—Cariño...
—Siéntate, siéntate, este señor ya se iba.
—Por supuesto que me iba. Aquí me voy a quedar, rodeado de... 
—Es que ése no era, cariño.
—¿Cómo que no era? Siéntate, coño, ahora no intentes cambiar de versión que me enfado y ya sabes que yo no hablo.
—Era otro señor. Ha debido de cambiarse de mesa mientras hablábamos porque ahora mismo está en aquélla, la de la ventana...
—¿Cómo? Eso es lo que más me molesta, encima se cambia. Vamos. ¿Qué mesa dices que era?

sábado, 26 de noviembre de 2011

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 11:50

─¡¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─Ni me llamo Pedro, ni le conozco, ni esta es mi bicicleta, no sé...



©Juanjo Díaz

Mesa #07. Miércoles 1/12/1986 11:46

─¡Chica, sí que has tardado poco en ir al baño!
─Es que al final no he hecho nada.
─¡Pero si te estabas meando con desespero! ¡Por eso hemos entrado en este café!
─Ya, y aún me muero de ganas de mear, no te creas.
─¿Entonces qué pasa? ¿Está sucio?
─No, bueno, limpio está, sólo que había un pelo de pubis sobre la tapa, vamos, concretamente donde te sientas.
─Bueno, pero eso se quita con un papel y le echas un pelo de jabón. O a las malas meas en cuclillas...
─No, si ya... pero...
─¿Pero qué?
─¡Es que el pelo tenía forma de interrogante!

Mesa #14. Lunes 05/06/1995 10:31

─¡¡¡¡Ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja, ja!!!!!
─¡¡¡¡Jiiii, jiiiii, jiiiii!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, jo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jo, ja, ja, ja, ja, ja!!!
─¡¡OJU!! ¡¡¡Juuuuu, ja, ja, ja, ja, ja, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, ju, juuu!!!
─¡¡¡¡Jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jo, jooooooo!!!!
─¡¡¡Aj!!! ¡¡¡¡Ajhhhh!!!! ¡¡¡Hostia!!!!
─¡¡¡Oxtiies!!! ¡¡¡Oxtties!!!!
─¡AJA! ¡AJA! ¡AJA! ¡AJA!
─¡¡Jo, jo, joo, jo, joooo!!
─¡¡¡Je, je, je, je, je, je, ja, ja, ja, ja, je, ji, ji, jooo, ja, ja, ja, ja, jaa!!!
─¡¡¡Juuuujuuuuua, juuuuuuuu!!!
─¡¡¡Oxties!!!
─Pues no le veo la gracia... Igual soy lento.



©Juanjo Díaz

viernes, 25 de noviembre de 2011

Mesa #10. Miércoles 10/05/2006 19:25

─¿Sabes que Arturito se ha casado?
─¿Tu hermano?
─Sí, claro, ¿qué Arturito iba a ser?
─No sé, como tú siempre te mueves por muchos ambientes...
─Bueno, pues sí, mi hermano mayor se ha casado, hace un mes, pero, ¿sabes que no nos ha invitado a la boda?
─¿Qué dices? ¿Ni siquiera a tus padres?
─Ni siquiera a mis padres. Tenemos un disgusto...
─¿Y eso? ¿Han reñido?
─No... bueno, en teoría no. La culpa de todo la tiene su mujer. Dice que nunca nos ha tragado y no nos quiere ver ni en pintura.
─¿Su mujer? ¿Te refieres a la que ha sido su novia de toda la vida?
─Sí, ésa, la misma que viste y calza.
─¡Pero si siempre estaba con vosotros la mar de feliz!
─Pues eso nos parecía pero, mira tú por dónde, la muy hija de puta nos la estuvo jugando durante estos quince años de largo noviazgo.
─¡No me lo puedo creer! ¡Con lo que hizo tu madre por ella!
─Más que su propia madre, que la trataba como una perra. Fíjate si tiene desfachatez que no hace más de una semana que se nos presenta en casa, con una de sus primas, y nos anuncia lo de la boda. ¡Hasta trae el álbum de fotos por si querías comprar alguna y ponerla en la mesita de noche o sobre la chimenea! Ya te puedes imaginar, mi madre rompió a llorar desconsolada y ella trató de que se callase levantándole la mano.
─¿Y tu padre no estaba allí?
─Había salido a buscar recetas al médico.
─¿Y no le agarraste del moño?
─Bueno, más que eso..., le inflé la cara a bofetadas. Me quedé a gusto. Y mira que nunca he sido de violentarme con nadie, y menos de esa forma.
─No hace falta que me lo digas, nena. Tú siempre has sido una mujer muy educada y comedida.
─Pues va la tipa y después de ese follón que me monta en casa me denuncia por agresión. ¡Aquella misma tarde se presentó con la policía!
─¡No puede ser! Es tan repugnante...
─Al parecer su prima había grabado la pelea con el teléfono. Claro, sólo desde el instante en el que yo la golpeaba. Todo lo de antes lo omitió. Encima la muy burra de mi madre, cuando los agentes le preguntan por la agresión, corrobora que hubo violencia entre las dos y que fuí yo quien empecé a pegar a mi cuñada.
─No se lo tengas en cuenta, mujer, estaría muy nerviosa...
─Pero se lo podía haber pensado antes de abrir la boca, ¿no? Al final la perjudicada he sido yo y, la otra, victoriosa.
─Vamos, que la tía quiere sacaros dinero a costa de malos rollos...
─Por supuesto, y así lo ha hecho...
─¿Qué me dices?
─Pues lo que oyes. Hace unos días mi hermano llamó a mi madre. Le dijo que si quería que su mujer me quitase la denuncia, solo tenía que entregarle las llaves de la casa de la playa y de la caja fuerte donde tiene todas las joyas. Le dijo que si lo hacía estaríamos en paz y que el juicio no tiraría hacia delante.
─¿Y tu madre qué ha hecho?
─¡Pues le ha hecho caso! Dice que para evitar malos rollos... Ahora ya no tenemos casa en la playa. Mi hermano la ha invadido y ha metido a su mujer, la madre de ella, la tía y la prima; ah, y tres sobrinos con sus respectivas novias...
─¡No me lo puedo creer! ¿En serio?
─Pues créetelo. Ayer ella misma llamó a mi madre diciéndole, en plan chulo, que iba a vender las joyas que le había "regalado" porque no le gustaban nada. Las encontraba "carcas". Bueno, lo único que se quedaba eran los pendientes de brillantes que le había regalado mi padre para las bodas de plata, ya que su madre se había encaprichado de ellos y era lo único que le quedaba bien.
─Lo siento, ¡pero no salgo aún de mi asombro! ¿Y no podéis hacer nada? Pedid ayuda a un abogado, no sé, contratad unos sicarios..., algo...
─No podemos. Mi hermano nos ha advertido que si intentamos cualquier cosa contra ellos la familia de su mujer va a hacer todo lo posible para hacernos la vida imposible. Muchos de ellos han estado ya en la cárcel, en varias ocasiones, y les da igual volver a ella. Hoy le ha dicho a mi padre que se va a hacer con los papeles de la casa y que nos va a desahuciar a todos.
─Pero eso no puede hacerlo.
─Sí puede. Le ha amenazado con matarlo si no firma.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Mesa #11. Jueves 11/10/2001 12:46

─Monsieur, ¿desea tomar algo? ¿Unas tapas acompañadas de un Martini Rosso? Tenemos cangrejo de río, alítas de pavo engordado con caviar, paté de pato al ron, vinos jóvenes, vinos refinados, champán francés; le sugiero las patatas bañadas en nitrógeno líquido a 200 grados bajo cero; son increíbles...
─La Mierda con Cebolla... ¿es del día?
─Es fresca como una petunia, monsieur.
─Pues adelante.
─¡Oh, la la! Es usted de paladar exquisito, le felissito, monsieur; cada vez vienen más clientes a degustar ese plato, no hay duda de que les gusta.
─Sí, he venido justo por esa delicatessen, precisamente.
─Le sugiero que lo rieguen con un Moët & Chandon a siete grados, así la miergda adquirirá una textura vaporosa y le cebolla francesa hará explotarla en burbujas dentro de su paladar, sí... ¿Alguna cosa más, monsieur?
─Nada más.
─La miergda, ¿al punto del chef? ¿Cruda o muy hecha?
─Quemada, por favor.
─Quemada. Très bien, monsieur.


©Juanjo Díaz

Mesa #07. Viernes 15/05/1998 18:12

─... Y así es como se hacen los niños.
─¿En serio, mamá?
─En serio, corazón.
─¿Me estás diciendo que un día, en un futuro, tendré que introducir mi picha dentro del chocho de una señora...?
─... Bueno, no de cualquier señora, mejor en el de tu novia o tu mujer...
─Bueno, en el mi novia o mi mujer.
─Y después de varios minutos de muchos besos y caricias terminarás depositando una semilla, en forma de un líquido blanco y pegajoso, que se unirá al óvulo que lleva la futura madre en su interior y que acabará, nueve meses más tarde, convirtiéndose en un bebé.
─Mamá.
─Dime.
─Hay algo que no me cuadra en lo que me estás contando.
─¿Qué no te cuadra?
─¿Por qué no recuerdo nada de cuando vivía dentro del pito de papá?
─¡No digas burradas! Eso es porque aún no te habías fusionado con mi óvulo y las células del cerebro no se habían creado.
─Pues me repugna la idea de haber sido un moco blanco y pegajoso.
─No todo el moco blando y pegajoso eras tú, hijo. Tu eras una parte muy diminuta dentro de ese moco.
─¿Ah sí?
─Si.
─Eso quiere decir...
─Que había más como tú pero fuiste precisamente tú quien llegaste el primero a mi óvulo.
─Pues menuda panda de pringaos ¿no?
─Tienes cada salida...
─¿Y qué pasa con los niños adoptados? María, la de mi clase, tiene una hermana adoptada que es de China. ¿Se la enviaron ya hecha de fábrica? ¿Existen fábricas de niños en algún lugar?
─Sí, claro, con úteros gigantes e inyectores de moco blanco colgados de las paredes, no te fastidia. ¡Pero qué imaginación tienes! Los niños adoptados se hacen de la misma forma que los niños no adoptados, lo que sucede que son entregados a otras familias porque las suyas no se pueden hacer cargo.
─¿Y por qué?
─Porque no tienen dinero o son abandonados... Hay muchas razones.
─Pues si no podían cuidarlos no haber metido la picha dentro del chocho.
─Ya, pero gracias a ello otras personas que no pueden tener hijos pueden ser padres.
─¿Hay gente que no puede tener hijos?
─Pues claro.
─¿Por qué, porque se niegan a meter la picha en el chocho de su mujer?
─No, hombre, no es por eso. Simplemente porque su cuerpo no puede generar los elementos necesarios para qué el bebe nazca.
─¿Te refieres a moco y a óvulos?
─Sí, a eso.
─Entonces no hace falta ni besos ni caricias, ni el marido mete...
─¡Qué dices! También lo hacen.
─Pero... ¿Por qué?
─Pues porque se quieren mucho y hacerlo da mucho gusto, niño.
─¿Pero cómo puede darte gusto que te metan...?
─¡Lo da! ¿Vale? Y ahora acábate el Donut que todo el mundo nos está mirando.
─¿Sabes?
─¡Qué!
─Que no cuenten conmigo para eso.
─Vamos a ver, en este momento lo estás viendo como algo muy raro. Pero te aseguro que cuando seas mayor vas a necesitarlo y disfrutarlo mucho. 

─ Oye, ¿y hay alguien que no lo practique?
─Bueno.... En teoría, los curas y las monjas.
─¿Y qué hay que hacer para hacerse cura o monja?


Mesa #08. Domingo 01/01/2006 23:50


—Venga, ven. Siéntate aquí. Aquí estaremos bien.
—¿Has traído las uvas?
—¡Pues claro! ¿Crees que soy tonta?
—Bueno, no sería la primera vez que las olvidas.
—Habría que verte a ti si tuvieras que traerlas tú, así que no presumas ahora de buena memoria. ¿Qué hora es ya?
—Las veintitrés cincuenta, faltan diez minutos.
—Pues venga, sácalas. ¡Camarero, por favor!
—Díganme, señoras.
—Tráenos una botella de champán, un par de copas y dos platitos, si puede ser.
—Claro, ahora mismo.
—Venga, sácalas, ¿no?
—Relájate, gruñona, aún ni siquiera nos ha traído los platitos para colocarlas...
—Pero hay que ir pelándolas y quitándoles los pipos, venga, mientras viene el camarero vamos haciendo el trabajo sucio.
—Vooy, vooy.
—Aquí tienen. ¿Desean algo más?
—¿No va a encender la tele?
—Bueno, es que hoy no hay nada interesante.
—¿Pero cómo que no, chaval? ¿Y la Puerta del Sol? Hombre, pero si están todas las cadenas retransmitiendo...
—Pero señora...
—Nada, nada, hay que entrar en el año con buen pie, muchacho. ¿Qué te cuesta?
—Pero es que...
—Bueno, allá tú, nosotras tenemos nuestros relojes pero era mucho más bonito si lo hacíamos con el reloj de la televisión. ¿Y tú? ¿No tienes uvas, chico?
—Señoras, siento tener que decirles esto, pero...
—Por favor, no nos des malas noticias que estamos a punto de entrar en el año.
—Tienen ustedes razón. ¿Tienen uvas para mí? En realidad es que la tele se ha roto, tendremos que tomar las uvas mirando sus relojes...
—¿No tienes radio?
—Oh, no, señoras, lo siento. Vengan esas uvas. Les ayudaré a pelarlas.
—Faltan dos minutos, Angelina.
—Sí, sí. Anda, tráete un platito y bebe champán con nosotras que estás ahí muy solito detrás de la barra.
—Por supuesto.
—...Nueve, diez, once y doce. Un plato. Dame otro. Una, dos, tres...
—Ya estoy aquí.
—Medio minuto. ¿Estáis preparados?
—...Y doce. Falta un plato.
—Ya, ya está, las he cogido yo, no se preocupen.
—Preparados, listos... ¡¡Ya!!
—Clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong, clong. ¡¡¡Feliz año nuevo!!!
—Qué alegría, Marina, qué bonito lo has hecho. ¿Y cómo hacías para cantar las campanadas y comer a la vez? Madre mía, por ti no pasan los años.
—Y que lo diga, señora. Feliz año a las dos.
—Bueno, ya podemos irnos a casita. ¿Qué te debemos, chaval?
—Nada, señoras. Están ustedes invitadas.
—Ay, muchas gracias, Dios te lo pague con un buen año.
—Gracias a ustedes. Tengan cuidado al salir. Adiós y feliz año... Pobrecitas, no he podido decírselo. Ahí van las dos, con un día de retraso. Las pobres... Si no se encuentran con nadie nunca sabrán que se han comido las uvas veinticuatro horas después...

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Mesa #10. Miércoles 04/12/2002 22:12

─¿Y qué tal está Pedro?
─¿Qué Pedro?
─¿Qué Pedro va a ser? ¡Tu novio! ¡Con el que llevas más de seis años viviendo y que nos presentaste por primera vez hace un par de meses en este mismo Café!
─Perdona, debes de estar confundiéndote de persona, pero yo no tengo un novio que se llama Pedro desde hace seis años. Sabes perfectamente que estoy casada con Javier desde hace diez años y que tengo dos hijos: Rubén y Alejandro.
─Venga, déjate de tonterías. Yo no conozco a ningún Javier en tu vida. Ni tampoco te hago con hijos. Te conozco desde la guardería, hemos ido a la escuela juntas, luego al bachiller y por último a la universidad. Y te aseguro que tiene
s un novio de hace seis años que se llama Pedro y que nos lo presentaste aquí mismo. Es más, puedo describírtelo perfectamente porque hablamos mucho rato de botánica que es a lo que ambos nos dedicamos.
─Tú estás loca. O eso o tienes alucinaciones. Te digo que no conozco a ningún Pedro y que estoy casada. Además, tú viniste a mi boda con Javier, fuiste una de mis damas de honor...
─¿Yo, dama de honor en tu boda? Eso es imposible, me acordaría.
─Y encima eres madrina de uno de mis hijos.
─No puede ser... Oye, me está entrando miedo.
─Espera, te lo demostraré. Déjame que llame a Javier y te lo confirmará.
─Vale, y yo llamo a Fabián que estaba contigo y con Pedro y que nos saque de dudas.
─Vale, a ver si resolvemos este extraño dilema.
─¿Fabián? Hola, soy Eva, que estoy sentada con Raquel y me dice que ella no conoce a ningún Pedro y que es imposible que nos lo presentase hace unos días. Sí... ¿Qué? ¿Me estás tomando el pelo o qué? Mira, que me tomen el pelo una vez tiene hasta su pase pero dos... No, no, no... no me estoy enfadado contigo, sólo que... ¿En serio? ¿Me lo dices en serio? Espera...
─¿Qué sucede?
─Dice que conoce al tal Pedro pero no te conoce a ti, que no sabe quién eres. Que nunca ha oído hablar de ti.
─Como que nunca ha oído hablar de mí... ¡Pero si soy íntima amiga de su hermana! Pásamelo.
─Toma, todo tuyo.
─Hola Fabián... ¿Que quién soy? Soy Raquel, la amiga de tu hermana Isabel. ¿Que qué Isabel? Tío, ¿me estás tomando el pelo?
─Oye, eso es cierto, Fabián no tiene una hermana que se llame Isabel. Se llama Julieta.
─Iros los dos a la mierda, venga.
─Oye, chica no te pongas así. Deja de llorar. ¿Por qué no llamas a Javier a ver qué dice? Esto es cada vez más raro.
─No me lo puedo creer... es tan surrealista...
─Venga, llámalo. Ya hablaré mucho más en serio con Fabián en cuanto lo vea.
─¿Javier? Soy yo, Raquel. No, no ha pasado nada, sólo que estoy nerviosa porque estoy con Eva tomando algo y me ha dicho... ¿Que quién es Eva? ¿Quién va a ser?, la novia de Fabián, la... ¡Oye, Fabián no es gay ni tiene un novio que se llama... ¿Pedro? A ver, ¿qué está sucediendo aquí?
─¿Qué pasa?
─Que ahora eres tú la que no existes, bueno sí, existes y te llamas Pedro y eres novio de Fabián que es gay.
─¿Fabián gay?
─Eso dice Javier.
─¿Pero que clase de broma es ésta?
─¡Cuéntamela tú a mí, que ya me estáis volviendo loca!
─Ni idea, en serio. Yo he venido aquí a tomar algo porque me llamaste para quedar como cada jueves.
─¿Yo te llamé?
─Sí.
─¡Qué dices, pero si fuiste tú, además hoy es lunes!
─¿Cómo que lunes...? Hoy es jueves, anda si no lo sabré yo...
─Qué no, tía, que es lunes. ¡Camarero!
─¿Sí, señora?
─¿Le puede decir a mi amiga que día es hoy?
─Es una broma, ¿no?
─No, no es una broma. ¡Dígaselo!
─Vale...  Pero me parece absurdo que usted pretenda que le diga a su abrigo de pieles que hoy es miércoles...
─¿Abrigo de pieles? ¿Miércoles? Entonces... ¿Quién es Eva?  

Mesa #07. Sábado 20/04/1985 19:08

─Lo he decidido.
─¿El qué?
─Pues que me he propuesto vencer a la vejez de una vez por todas.
─¿Y cómo?
─Suicidándome justo en el momento en el que aparezca la primera de sus señales.
─¿Estás loca?
─En absoluto. No quiero llegar a la vejez, me aterra. Eso de perder la vista, el oído, el equilibrio, la agilidad, la belleza...
─Perdona, pero hay mucha belleza en la vejez. Mi madre con sus setenta y un años está más hermosa que nunca. Ha mejorado mucho con la edad.
─Pues pregúntale a tu madre si le gustaría volver a ser joven, por lo menos diez años menos.
─¿En serio piensas suicidarte?
─Sí.
─Necesitas que te miren la cabeza, en serio.
─En absoluto. Nunca había estado más cuerda que ahora.
─Será por la madurez...
─Muy graciosa.
─No, en serio. Creo que la vejez tiene que tener algo bueno.
─Nada, no tiene nada. Todo son problemas. Bueno... a no ser que tengas dinero y no lo sueltes ni para irte a dormir, no sea que tus hijos o nietos te peguen una patada en el culo y te encierren en una residencia mugrienta donde te traten peor que una mierda. Y hablando de mierda. Los pañales.
─¿Qué pasa con los pañales?
─Pues que son las piezas fundamentales de todo miembro de la tercera edad...
─Pero no todo el mundo los...
─No te engañes, cariño, casi todos los necesitan. Todos los viejos que conozco han acabado con el muelle flojo. O bien porque se mean con un simple estornudo o porque acaban poniéndose tapones en el culo para que no se les escape la mierda cuando se tiran un pedo.
─Qué desagradable eres...
─Realista niña, realista. Además, no hay un viejo que no se vuelva maniático o, peor aún, impertinente cual  niño caprichoso... Por lo menos aún con los niños puedes negociar, bien engañándolos o bien entreteníéndolos. Con un viejo eso es imposible; no sólo te sueltan una grosería, sino que encima te recuerdan que ellos, debido a su edad, están por encima de ti y por ende son más listos que el propio diablo. Por lo que he decidido que yo no quiero llegar a eso; no quiero ser una molestia para nadie, quiero que siempre me recuerden como una persona eternamente joven, vital, agradable, sin manías...


lunes, 21 de noviembre de 2011

Mesa #10. Lunes 29/02/1988 12:03

─Cierra los ojos.
─¿Por qué?
─Porque voy a hacerte un truco de magia.
─¡Anda ya!
─Sí, tonta. Y no tengas miedo, si te va a gustar.
─Paso, paso...
─¡Si no te voy a hacer nada malo! Te gustará, en serio, ¡ya lo verás!
─Vaaaale, pero como te pases conmigo...
─Tú sólo cierra los ojos y cuando yo te avise los abres, simplemente eso, nada más.
─De acuerdo, los cierro.
─Muy bien, ahora concéntrate sólo en mi voz; cuando acabe de contar hasta tres te daré una señal y podrás abrirlos de nuevo. Entonces vas a ver algo que realmente te va a sorprender mucho.
─Oye, me estás asustando.
─No te asustes mujer, lo que vas a ver te va a dejar boquiabierta pero no asustada.
─Vale.
─Ahora, concéntrate... Uno... dos... ¡tres! ¡Ya puedes abrir los ojos!
─¡Oye! Pero... ¿Dónde está todo el mundo?¿Qué ha pasado con el Café?¿Por qué estamos sentados en mitad de un local completamente desnudo... ¡Tu cara! ¡Qué le ha pasado a tu cara! ¡Ya no es la misma! ¿Qué me has hecho? ¿Me has hipnotizado?
─No, nada de eso, es todo magia.
─¿Y dónde está la calle? ¿Por qué no veo casas, ni gente, ni coches afuera? Mira me está entrando miedo... Muy impresionante pero no me ha gustado. Quiero volver de nuevo a la realidad. ¡Ahora mismo!
─¿Realidad, dices?
─Sí, hazme regresar.
─Ja, ja, ja, ja. ¿Qué demonios haces?
─Pues cierro los ojos y me concentro.
─Pero menuda ilusa estas hecha... ¿Y si te dijera que no estoy dispuesto a que regreses?
─¿Qué? Serás...
─Escucha querida, yo y sólo yo tengo el poder; yo mando, yo te he hecho llegar a este lugar y solamente yo te puedo hacer regresar. Así que ahora, si me permites, déjame que te hable de todos mis planes y ambiciones en este nuevo mundo.


viernes, 18 de noviembre de 2011

Mesa #07. Lunes 08/09/1941 08:42

─¿Qué haces?
─Pues llevándome las sobras...
─Sabes muy bien que eso es ordinario y muy, pero que muy vulgar. Además a nosotros, gracias a Dios, no nos hace falta comida.
─No es para nosotros, mamá, es para Marzena, la hija del vecino de abajo, ésos que han venido de Polonia hace unos meses y que apenas salen de su casa. La pobrecilla está muy delgada. Me da tanta pena... 
─¡Eres un puñetero sentimental, igualito a tu jodido padre! ¿Así es como quieres sobrevivir en la vida? ¿Practicando la caridad? Esa niña ya tiene suficiente castigo con ser judía. Suerte tienen que soy buena cristiana y vulnerable al remordimiento que si no ya los habría denunciado desde hacía ya mucho tiempo. 
─Pero mamá, no han hecho nada malo...
─¿No te parece suficiente con ser unos infieles y unos usureros?¿Quiénes crees que fueron los que mataron a Jesucristo? ¡Ellos! Ahora están pagando con creces por todos sus pecados.
─No creo que los Wróbel sean tan malas personas.
─¿Tú eres tonto? Cualquier día esas ratas nos meten en un lío a todos. ¿Tú sabes lo que le puede pasar a nuestra familia si nos codeamos con ellos? ¿Tú quieres ver a tu padre sufriendo en la cárcel?¿Tú quieres verme a mí, tu madre, trabajando como una esclava para manteneros a ti y a tus cinco hermanos? 
─No, claro que no.
─¡Pues ya te estás comiendo el pan con membrillo sin rechistar! Y no quiero ver ni una sola miga sobre la mesa si no quieres ser tú el que vayas a pasar hambre todo lo que te queda de semana.

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mesa #10. Lunes 02/04/2007 09:33

─Ahora te vas a acabar el café rapidito y te casas de inmediato conmigo.
─¿Y quién te dice que voy a hacer eso?
─Una amiga rusa llamada Makarov que te está apuntando directamente a los huevos.

Mesa #07. Viernes 05/06/1998 18:21

─¡Estoy harta y he decidido cambiarme el nombre!
─¡Qué dices, chica, pero si Miryam es un nombre precioso!
─A partir de ahora quiero llamarme Chantal. Siempre he querido llamarme Chantal, desde que era pequeña.
─¿Chantal? Huy, suena muy fifí ¿no?
─¡Qué dices! Chantal es como todo lo francés: tiene clase, estilo, porte y es liviano como una bailarina clásica... Yo siempre había anhelado ser una bailarina clásica y por culpa de llamarme Miryam nunca logré alcanzar mi sueño.
─No digas bobadas, el nombre no tiene nada que ver con el talento.
─¡Claro que lo tiene! ¿No sabías que el nombre es una vibración y atrae energías positivas o negativas a los que lo poseen?
─Claro, lo que tú digas. Entonces, por esa regla de tres, en todo este planeta no hay una sola Miryam que se dedique íntegramente al ballet clásico.
─Pues no lo sé, pero seguro que hay muchas más bailarinas que se llaman Chantal.
─¿Y ya se lo has comentado a tu marido? ¿A tus hijos?
─Aún no, he de buscar el momento.
─Oye, y si tanto te gusta el nombre de Chantal... ¿Por qué no se lo pusiste a tu hija?
─¿Mi hija? Esa pequeña alimaña no tiene talento, ni clase, ni educación. Sale a la familia de su padre, una pandilla de bestias y desalmados que no saben comportarse correctamente delante de otras personas. Tendrías que verlos comer. No sabes cuánto me avergüenzo de ellos...
─Pues yo no los veo tan incorrectos.
─Será porque tu nombre es mucho más afín a ellos.
─Perdona pero Patricia es un nombre bien bonito.
─Yo lo veo muy vulgar. Así te ha ido.
─Yo no me quejo de mi vida.
─Tú siempre has sido una conformista. Ahí te ha llevado tu condición, nada de ambición ergo has acabado como dependienta en unos grandes almacenes.
─Estás siendo muy desagradable y eso que aún no te has cambiado el nombre.
─¿Sabes? He decidido que una vez haga desaparecer a Miryam de mi vida le pediré el divorcio a mi marido. Puedo sacar mucha pasta con ello, porque bruto es un rato, pero la construcctora le ha funcionado a las mil maravillas y gracias a ello somos ricos. También he decidido cortar con todos vosotros, amigos y familia. No os necesito. Con el dinero que me lleve por mi divorcio me marcharé a vivir París, a Saint-Germain-des-Prés, a un fantástico apartamento en un ático que tenga vistas hacia el portal de la abadía. Ya he mirado precios y tengo efectuada una reserva.  Lo tengo todo planeado. Cada mañana bajaré a tomarme un café a Les Deux Magots, leeré el periódico o un libro de poesía; después me daré un paseo por Les Champs-Élysées para ir de compras; por la tarde me tomaré un té con pastas en el Café de Flore y cenaré en Maxim´s. Por supuesto que me apuntaré a clases particulares de ballet para retomar mi sueño y convertirlo en carrera. Ya sé que tengo cincuenta y siete años pero aun estoy muy ágil y tersa. No me vas a negar que tengo un tipito la mar de estilizado. Ah, y por supuesto procuraré codearme con lo más chic de la cultura parisina.


martes, 15 de noviembre de 2011

Mesa #07. Viernes 04/06/2021 21:33

─¡Quiero tomar algo!
─Sabes que no puedes.
─Pero, ¿por qué?
─Porque eres un robot y los robots no tenéis estómago. No os hace falta.
─Pues quiero que me quites el procesador de energía y me pongas un estómago.
─No puedo, además tu modelo no es compatible.
─No es justo.
─Piénsalo mejor, te ahorras limpiarte los dientes, desgastarlos, el mal aliento, tragar con el riesgo de ahogarte si se escapa algún trozo por el esófago...
─¿Tengo esófago?
─No, bueno, algo parecido.
─¡Vaya!
─... También la acidez de estómago, las arcadas y los vómitos, las malas digestiones, los cortes de digestión, las diarreas, el estreñimiento, el colon irritado, inflamaciones, flatulencias y malestares varios y, sobre todo, ir a cagar al baño.
─¿Qué tiene de malo cagar?
─Pues que es un incordio.
─Pues muchas veces dices que te gusta.
─Yo no he dicho eso.
─Perdona, no tengo estómago pero sí memoria, puedo decirte exactamente cuándo, dónde y a qué hora exacta lo dijiste.
─Vale, entonces, sí me gusta.
─¿Qué se siente?
─¿Qué?
─¿Que qué se siente cuando se caga?
─Oye, no son cosas para hablar en un café, delante de todo el mundo.
─Me gustaría saberlo.
─Y a mí me gustaría apagarte en estos momentos.
─¿Me dejarás verlo?
─¡Y una mierda! Eso es algo privado y nada agradable para el olfato.
─¿Yo tengo olfato?
─No.
─Entonces no hay problema. ¿Me dejarás verte cagar?
─No, y esta conversación se acaba de terminar.
─Oh, lo siento.
─No puedes sentirlo, no tienes esa capacidad.
─Eres cruel.
─¡Qué sabrás tú de crueldad!
─Es una emoción humana que significa carencia absoluta de empatía hacia los sentimientos y las emociones de los demás.
─¡Estornudar!
─¿Perdón?
─Puedo hacerte estornudar si lo deseas.
─Te refieres a...
─Sí, sí, a sentir un picor en el interior de la nariz, echar la cabeza hacia atrás, cerrar los ojos y expulsar aire por los orificios nasales a mucha velocidad.
─¿Con mocos o sin mocos?
─Te compraré cargadores de mocos si quieres.
─Trato hecho.
─¿Te sientes feliz?
─Supongo que sí. No sé qué es la felicidad. ¿Qué se siente?
─¿Cuando se es feliz?
─No, al estornudar.


Mesa #14. Viernes 19/05/1939 10:23

─Mi libro tendrá, más o menos, cuarenta y tres capítulos. El problema es que me lo tomo con mucha calma.
─Claro.
─Llevo casi un capítulo escrito y creo que lo empecé hace... un año, sí.
─Claro, claro.
─Con lo cual, si aún me quedan cuarenta y dos, a esta velocidad, cuando lo termine tendré, más o menos, ochenta años.
─¿Y por qué me cuenta eso?
─Necesitaba decírselo a alguien, no se ofenda, señora.
─Vale.
─¿Y de qué va?



©Juanjo Díaz

Mesa #11. Lunes 26/08/2019 19:53

─Te he traído aquí para que te empapes de cotidianidad.
─Te he traído aquí para que te empapes de cotidianidad.
─No hace falta que lo repitas todo, guapa.
─No hace falta que lo repitas todo, guapa.
─A ver.
─A ver.
─Lo haremos diferente.
─Lo haremos diferente.
─Ya.
─Ya.
─No...
─No...
─No de-bo re-pe-tir-lo to-do.
─No de-bo re-pe-tir-lo to-do.
─Eso.
─Eso.
─¿Quiere tomar algo, guapa?
─¿Quiere tomar algo, guapa?
─La guapa eres tú.
─La guapa eres tú.
─Tú.
─Tú.
─Joder.
─Joder.
─¿Le apetece...?
─¿Le apetece...?
─Te desenchufo.
─Te deseeenchuuf out, adeuu...!
─Vaya, veo que es el nuevo modelo, chica amiga de Z.A.L Corporation.
─Sí.
─¿Y... qué tal?
─Ya ves, se ha quedado colgada en el proceso neuronal espejo; no avanza.
─Vaya. ¿Qué le traigo?
─Póngame licor de extracto de alga, con tomate y limón ionizado, por favor.
─Bien.
─Tiene un careto raro... La plegaré y la devolveré. ¡Parece un androide!
─¿Es plegable?
─Sí, plegable... ¿Ve? Aprieto aquí y se convierte en un paquetito con lazo y todo.
─¡Coño!
─Nanotecnología pura y dura.
─Un día de estos harán una cafetería portátil, ya lo verá.
─Seguro.



©Juanjo Díaz

lunes, 14 de noviembre de 2011

Mesa #02. Martes 15/11/2011 17:30

─Perdone, señor...
─¿Sí? Dígame...
─Es que, verá... No sé muy bien cómo decirle esto pero... a ver...
─Sí, sí, diga, por favor.
─Es que llevamos toda la mañana soportando un hedor importante y no sabíamos de dónde venía. Por lo visto, después de ir mesa por mesa, parece ser que el olor viene precisamente de la suya.
─¿Cómo dice? 
─Pues que su hijo se ha hecho caca. 
─Pero... ¡Será insolente! ¿Cómo se le ocurre decir semejante barbaridad? ¡Será que no hay niños en el mundo que se hacen caca y nadie viene a echarlos de los locales! ¡Qué poca vergüenza!
─Sí... yo lo entiendo... pero verá... es que se nos han marchado media docena de clientes ya porque no hay quien lo resista. Y lo peor es que no volverán.
─¡No es mi problema! ¡Habrase visto! ¡Yo cambiaré a mi hijo cuando tenga tiempo y me venga bien! ¡Vamos hombre! ¡Como todos los padres del mundo!
─Si lo entiendo pero, claro... tenga usted en cuenta que el caso no es igual... Su "bebé" me pasa a mí cinco años y, claro, o repartimos mascarillas o voy a tener que pedirles que abandonen el café.
─Yo no doy crédito... Ahora va a resultar que por tener 25 años es menos hijo que los demás. Nunca pensé que iba a escuchar una sandez semejante. No se preocupe que nos vamos con la caca hacia otra parte donde se nos admita sin prejuicios absurdos. ¡Vámonos, Manuel, que aquí no somos bien recibidos! 
─Lo siento, ¿eh? ¡Vuelvan cuando quieran, pero cargados de toallitas!

Mesa #07. Jueves 08/01/1998 18:03

─Ahora te levantas, sales afuera, te acercas a ella y la saludas.
─Pero es que es muy fea.
─Y tú muy poco caballeroso, sobre todo quedando con ella para luego darle un plantón.
─De eso trata gran parte de las citas a ciegas ¿no?
─A saber lo que le has dicho de ti.
─La verdad.
─Y voy yo y me lo creo.
─Piensa lo que te dé la gana.
─Mírala, la pobrecita. Con el frío que hace y la tienes de pie temblando de frío junto al seto, esperándote. Lo más seguro es que haya ido ayer a comprarse ropa nueva y para estrenarla este día tan especial. No tienes vergüenza.
─Pues quédatela tú.
─Es demasiado joven para mí. Sabes que me van más las maduras.
─Pues insisto, esta tipa no me gusta y se va a quedar ahí hasta que se aburra.
─Pues luego no te quejes si a ti te hacen lo mismo.
─Nunca me lo han hecho.
─Un día puede sucederte.
─De momento no ha pasado. Además me daría igual. Tías hay para dar y repartir.
─Me está entrando una pena verla allí... Mira, si no te gusta no quedes con ella. Por lo menos ten la suficiente honradez para salir y decírselo a la cara. O eso o podéis incluso entrar y tomar algo juntos, haceros amigos, descubrir inquietudes... A mí me parece una chica muy simpática.
─Pues yo le quitaría el noventa por ciento de su ser y el resto lo obviaría.
─Eres muy cruel, ¿sabes? Y estoy muy seguro de que ésta no es la primera vez que lo haces.
─Pues has acertado. Por lo menos un par por semana. Me gusta ver cómo las mujeres, sobre todo las feas, sufren por mí.
─Me estás empezando a dar asco.
─¿Asco? ¿Y de quién crees que he aprendido todo esto, papá?


Mesa #10. Sábado 22/06/1974 22:10

─¿Qué haces ahí sentado?
─Pues simplemente trato de ver este café desde la perspectiva de un cliente.
─¡Levántate si no quieres que el jefe te vea!
─Si no está, se ha ido a resolver unos asuntillos con el banco, aunque a mí me parece que se ha largado a ver a la fulana...
─Te la estás jugando y yo no quiero recibir bronca por tu culpa. ¡Levántate ya, hazme el favor!
─Oye, ¿qué tal si me sirves un gin-tonic bien cargadito?
─¡Tú estás loco!
─¡Hey!, que pienso pagarlo con mi dinero. Creo que no conseguiré sentirme cien por cien cliente si no me tomo algo en mi propia mesa.
─No pienso servirte.
─¡Cagao!
─¡Cagao no, prudente! Y yo que tú haría lo mismo antes de que sea demasiado tarde.
─¿Qué hace éste sentado aquí?
─El muy capullo ahora dice que quiere sentirse como un cliente y ha aprovechado que el jefe no está para sentarse y que le sirva.
─¡Sera "joputa"! ¡Encima en una mesa que da al ventanal de la calle!
─Ya te digo. Le he dicho que no quiero tener nada que ver con el asunto.
─Haces bien. ¿Y tú qué? ¿Te sientes bien sintiéndote mejor que nosotros?
─Pues la verdad es que me falta consumir algo para acabar de apreciarlo.
─¡Habrase visto!
─Ya lo has dicho bien: un capullo integral.
─ Bueno... Lo cierto es que, os he de confesar, que muchas veces también me he preguntado lo mismo. Es más. a veces he soñado incluso con ello y para colmo era el jefe quien me servía.
─¡Basta! ¡Con un chiflado en este café es más que suficiente!
─Seguro que él también lo ha pensado antes que nosotros...
─No me extrañaría nada.
─¿Me puedo sentar?
─Por supuesto.
─No, no, no, no y no. Yo ahora mismo me lavo las manos.
─¿Me puedes poner una cerveza y una tapa de aceitunas rellenas?
─Va, y de paso un bocadillo de calamares.
─¡Iros a la mierda! ¡Los dos!
─Qué servicio más malo tiene este lugar, ¿no?
─Pues ahora que lo dices, sí. Qué insolente.
─¡Camarero, la hoja de reclamaciones!


sábado, 12 de noviembre de 2011

Mesa #08. Miércoles 12/02/2003 16:06


—¡Oh, no, tápame!
—¿Qué?
—¡Mi vecino!
—¡Vaya, qué mala suerte!
—Vigila. ¿Qué hace?
—Se ha apoyado en la barra. Está pidiendo un café o algo.
—Mierda, mierda, mierda... Sigue tapándome, ¿eh?
—Sí, sí, tranquila, pero está de espaldas...
—Bueno, por si se da la vuelta.
—Ahora mira el reloj. Y a la puerta.
—Esto empeora: seguro que está esperando a alguien. No podemos irnos porque mira hacia la puerta y tampoco quedarnos porque me va a ver.
—Tengo una idea: ponte de pie y apóyate en la columna. Así aunque mire no te verá.
—¿Y si se sientan? ¿Y si te ve a ti hablarme? Pensará que estás loco...
—Mejor, así no se acerca.
—No me atrevo ni a moverme. ¿Qué hace ahora?
—Remueve el café con la cucharilla y sigue mirando hacia la puerta. Menos mal que no mira hacia aquí, yo creo que intuiría algo... Eh, ahora entra una mujer y él se ha acercado. Ha dejado la barra con el café ahí abandonada. ¡Qué guapa! ¡Y vaya beso, no es por nada! Espera, no te lo vas a creer...
—¿Qué? ¿Quién es?
—Es... ¿Es? Sí, sí, es.
—¿Quién? ¿Quién?
—Marisa.
—¿Quién dices?
—Sí, sí, Marisa.
—No puede ser. Es mentira, lo dices para que me asome.
—Te lo juro.
—A ver... ¡Dios, es ella! Pero bueno, esto es inconcebible. ¿Qué hace con esa zorra? Ah, no, yo no me callo.
—¡Pero cariño, tú estás conmigo!
—Sí, pero él jura que me ama más que a su vida. ¡Será hijo puta...! ¡Así que esas tenemos, maricón de mierda!
—Cállate, por favor.
—¡Sí, sí, te digo a ti, cabrón, cerdo! ¿Qué haces ahí con esa... lagarta? ¡Te voy a matar!
—Señora, por favor, cálmese.
—¡Tú cállate, cotilla! ¡Manuel, sujétame que no sé de lo que soy capaz! ¡Cerdo, cabrón! ¡Está casado! ¡Adúltero! ¡Se lo diré a ella!
—Por favor, Juana, siéntate, vamos a calmarnos y lo hablamos. Esto no es lo que parece.
—Pues el beso parecía...
—¡Por favor, Manuel, déjale hablar! ¡No me quiero perder las gilipolleces que va a decir para justificarse!
—Verás... Marisa es... Es mi mujer. Hala, ya te lo he dicho.
—¿Quéeee?
—¿Cómoooo?
—Pues sí, soy su mujer. Nos casamos hace dos meses pero no teníamos valor para decírtelo.
—¿Teníamos? ¿Cómo teníamos? ¡Esto es increíble!
—Estabas tan enamorada... Y no sabíamos qué hacer. Teníamos miedo de que cometieras una locura. Por eso te ha estado dando largas.
—¿Largas? El otro día me dio una "larga", pero otra cosa larga, querida. Y dura también...
—¡Juana!
—No, no, aclaremos todo, ya que nos ponemos. El martes estuvo en mi casa. Después de comer. Y estuvimos follando hasta las ocho, pero porque venías tú, que yo no sabía que eras tú, ¿eh?, si no quizá no habría seguido.
—¿Qué está diciendo, Miguel?
—¿Cómo? ¿Cómo que estuviste follando con éste hasta las ocho? ¿Esa es tu forma de ayudar en la “oenegé”?
—Oye, que yo no soy “éste”, tengo un nombre...
—¿Eso te dijo a ti?
—Claro, tu nombre es “Puta Mierda”.
—Cariño, perdóname, es que vino y, como está tan enamorado, no me atreví a decirle que no... No quise contártelo porque no lo habrías entendido...
—¡Qué hija de su puta madre! ¡Pero bueno, esto es alucinante! ¡Desde luego, sois tal para cual! ¡Estáis hechos el uno para el otro! Me voy de aquí.
—Voy contigo.
—¡¡De eso nada, que se vayan ellos!!
—Eso. ¡¡¡Cabrones!!!
—¡¡¡Sí, sí, cabrones!!! ¡¡¡Gentuza!!!
—¡¡¡Fuera de aquí, que los echen!!!
—¡¡¡A la calle!!! ¡¡¡Fuera!!! ¡¡¡Fuera!!!
—¡Cálmense todos, por favor!

viernes, 11 de noviembre de 2011

Mesa #07. Miércoles 06/02/2002 22:56

─No sé, pero tengo la sensación de que el señor de la mesa de al lado está muerto.
─Qué cosas dices... Está durmiendo.
─No, fíjate bien en su tez, amarillenta tirando a pálida, esa nariz tan afilada. No la tenía cuando entramos en el café.
─Está durmiendo.
─No. Mira cómo le cuelga el cuello, los brazos; además, ese olor...
─¿Qué dices de olor?
─Sí, desde hace un rato que lo vengo notando. Huele a muerto.
─¡No digas estupideces! ¡Ese tipo está dormido y punto!
─Y, mira, tiene la boca entreabierta, como los ojos. Acércate, verás que esos ojos no tienen vida...
─No me voy a acercar, chica. Vamos a ver, si quieres que esté muerto, está muerto. ¿Estás contenta?
─¿Cómo voy a estar contenta compartiendo espacio con un muerto? ¿Estás loco?
─¿Y qué me dices de esa señora de allí?

─¿Qué señora?
─La de la mesa del fondo, junto a la columna. ¿Qué? ¿También está muerta? Porque está en una posición igual que la del tipo que te has emperrado en darlo por muerto.
 ─No, aquella mujer duerme. Se nota porque está acalorada y respira. Este hombre, sin embargo, no. No hay más que darse cuenta de ello.
─Claro, ¡como tú has visto tantos cadáveres!
─He visto unos cuantos.
─¿Ah, sí? ¿Dónde?
─En el pueblo, donde vivía. He visto el de mi abuela Francisca que murió de tétanos; el de mi tío Policiano, que se cayó en una zanja tras un ataque de epilepsia y se abrió la cabeza; el de mi primo Eusebio, que le pegaron un tiro a bocajarro en una partida de caza y el de mi tío segundo Romualdo, que lo atropelló un tractor cuando cruzaba la carretera.
─Anda que atropellarle un tractor con lo lentos que van...
─No te burles, el hombre estaba medio ciego y apenas podía caminar. Además la culpa fue del conductor, que iba bebido, se le desbocó la máquina y no la pudo controlar.
─Oye, tu muerto se ha movido.
─¿Qué dices! Yo lo veo igual.
─Pues ha movido un brazo.
─Serán los espasmos post mortem. Elenita, una niña del pueblo que se murió en la poza, ahogada,  había momentos que en el féretro movía hasta la boca; a su madre le parecía que le decía cosas. Bueno, entre espasmo y espasmo también soltaba algún que otro eructo, pobrecita, cómo nos reíamos de ella en el sepelio; y es que había tragado mucha agua de ésa que estaba sucia, verdosa, porque había llovido barro el día anterior a su fallecimiento. Mi madre decía que si no hubiera muerto ahogada habría acabado con ella el tifus. A la madre de Elenita le costó asumir que su hija estaba muerta. Ella decía todo el rato que no, que su hija le hablaba. ¡Tendrías que ver cómo se agarraba al ataúd! Un drama. Dos años después se murió la pobre. De un cáncer en los huesos. Tenía todo el cuerpo sembrado. Oye, ¿tú llegaste a conocer al Saturnino?

─No, me fui del pueblo muy pronto.
─Pues éste también se movía. Le daban unos espasmos muy fuertes en los brazos y las piernas. Parecía un soldado marchando en horizontal. Muy extraño. Además, fíjate tú, toda la vida había sido un pacifista. Mi abuela decía que el Satur era un hombre melancólico. Nunca supe muy bien a qué se refería. Eso sí, si le llegan a decir lo de los espasmos militares se nos vuelve a morir del susto.
─Me estoy fijando en nuestro amigo.
─¿Qué amigo?
─¡Quién va a ser! El de la mesa de al lado, el supuesto muerto. A mí me da que respira.
─Pues yo no veo que mueva el pecho.
─Será porque va abrigado y no se le nota.
─En el pueblo de mi padre había un pastor, el Luciano se llamaba, que tenía ataques de muerte.
─¿Ataques de muerte?
─Sí, que se moría y se volvía a despertar. ¡Daba cada canguelo!
─¡Eso es una enfermedad de la cabeza y se llama catalepsia!
─Lo que tú digas. Una vez lo enterraron. Dos semanas más tarde apareció caminando por la montaña, completamente en pelotas y cagándose en los muertos de todo dios: se le habían congelado los pies y había perdido tres dedos por el camino. Los cazadores que se lo encontraron casi se mueren al verlo. Mi padre me contaba que ya se había muerto como siete veces... En todas ellas se había despertado antes del sepelio menos en esa ocasión. Desde entonces, su mujer, cuando le daba el pajarito, lo velaba noche y día esperando a que se despertase.
─¿Aún vive?

─¿Quién, la mujer?
─No, idiota, él.
─No al final se acabó muriendo. Por fin. Pero no veas la que lió. Verás, el cura del pueblo dejó que lo enterrasen a la vista, junto con las momias de las monjas; de esta forma podría comprobar personalmente y a diario si el muerto estaba en falso. Un día se tuvo que ir a casa de un familiar que estaba enfermo; cuando volvió, tres semanas más tarde, vio como al Luciano se le salían todos los gusanos del cuerpo. También había moscas y otros bichos por todos lados y apestaba... Lo mando meter bajo tierra 
de inmediato. La mujer del Luciano no se creía al cura, estaba emperrada en que su marido estaba aún vivo y se despertaría, así que se pasaba noche y día en el cementerio esperando a que su marido saliese de la tumba.
─¡Qué macabro!
─Ya, son rarezas de la gente del pueblo pero hay que respetarlas. ¡Como si tú no tuvieses las tuyas!
─Oye, ¿quieres que me levante para comprobar si está muerto de verdad?
─No sé, ¿y si no lo está?
─¿No eras tú la que estaba tan segura?
─Sí, claro, bueno... pero... ¿y si no lo está? ¿Te imaginas? ¡Menudo susto!

Mesa #10. Jueves 21/11/1974 19:33

─Tengo otra vez arcadas...
─Aguanta.
─No puedo...
─Piensa en otra cosa.
─Déjame levantarme para ir al baño, Paco, que si no lo echo todo encima de la mesa, delante de todo el mundo...
─¡No pienso consentir que vomites lo que te has tomado, joder! ¡Que no estamos como para tirar dinero!

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Mesa #10. Jueves 19/05/2011 19:03

─Prométeme una cosa...
─Dime.
─Que no volverás a tomar café.
─¿Por qué lo dices?
─¿Que por qué? ¡Me has dejado en ridículo!
─¿Pero qué he hecho?
─Encima con coñas... ¡Pero si siempre te pasa!
─Si no te explicas mejor yo... yo... no... yo... ¡¡Ahhhhhhhhhhhh!!
─¡Oh no, otra vez no!
¡Ohhhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! Hijitos míos..recordad que yo soy la luz divina que surge del interior del corazón de Cristo... ¡Ayyyy hijitos míos...! Os pido que reflexionéis, que seáis conscientes de vuestros actos... ¡que os arrepintáis!, ¡que recéis mucho...! Al Señor de nada me sirven tres tristes Padresnuestros o cinco Avemarías por día... ¡Se ha de orar mucho más...! ¡Ayyyyyyyyyyy! Hijitos míos, mi alma llora de pena porque este valle de lágrimas está tan lleno de ateos... ¡Fariseos! ¡Por todas partes...! ¡Falsos profetas...! Necesitamos más templos para orar hijitos míos, más lugares para encontrarnos con nuestro Señor Padre Misericordioso... Ayyyyyyyyyyyyyyyy... Por eso os pido ayyyyyyyy hijitos míos de mi corazón ensangrentado de dolor... que pidáis al pecador de vuestro alcalde que se arrepienta de rodillas de todos sus sucios actos... que derribe el casino de las afueras y construya un gran templo en nombre del Señor...
─Señora, no me diga que le ha vuelto a dar.
─¡Sí, qué vergüenza!... ¡Ya me tiene harta! ¡Se lo tengo dicho: Jacinto, la cafeína te sienta muy mal! Pero nada, él erre que erre... ¡Pero si es que encima en casa somos todos ateos!
─No se preocupe, mujer, si a mí lo que más me molesta no son los discursos, incluso son más entretenidos que lo que dan por la tele. Lo que sí me molesta, bueno a los clientes que no saben de qué va el tema, es que levite sobre las mesas y que impregne el local con ese intenso olor a rosas...

Mesa #14. Viernes 07/03/2010 20:19

─Tienes un olor, no sé, como si hubieras ido a una barbacoa; llevas una fetidez a plástico quemado, o más bien a huevos podridos, sí... ¿No te va la ducha?
─Juliana, me parece que nuestra relación va a cambiar.
─¿A qué te refieres?
─Qué este rollo tan "guais" que llevamos no puede continuar. Eso de "tú vives en tu casa y yo en la mía" ya no va a poder ser.
─Pero si mi hijo mayor no te soporta, Pedro.
─Ya lo sé.
─¿Qué te ocurre mi pichín?
─Es por el olor, Juliana.
─Hueles muy mal, es verdá.
─Se ha quemado mi casa.
─¿Cuándo?
─Esta mañana.
─¿Ha habido muertos?
─No, por suerte no.
─¿Qué ha ocurrido?
─Pues estaba concentrado en el facebook cuando empezó a salir humo en cantidades industriales, ¿sabes? Lógicamente abrí las ventanas y salí al jardín con el móvil para llamar a los bomberos.
─¡Madre mía!
─Hasta aquí bien; el problema se complicó con los bomberos.
─¿Ah, sí?
─Me salió una telefonista gilipollas preguntándome: "¿Qué servicio desea: fuego accidental, explosión de gas o la modalidad de catástrofe absoluta?"
─¿Cómo?
─Lo que oyes, querida.
─¿No te preguntó la dirección?
─No, la tía siguió más o menos así: "En la modalidad de fuego accidental le vendrá un señor metrosexual de metro noventa con un jeep, herramientas básicas y una bombona de oxígeno. En la modalidad de explosión de gas le entra el camión con cinco bomberos, la cisterna y la manguera incluida; el agua se paga por litros. Y en la modalidad tres le llegará el pack completo con el helicóptero, la escalera espectacular y la ambulancia uvi...".
─Me estás dejando anonadada.
─Muy asustado le recordé que mi casa se estaba incendiando; a lo que ella, con distancia y simpatía comenzó a facilitarme las tarifas.
─¿Las tarifas?
─Lo que oyes, querida; ella con una profesionalidad fría y distante, me dijo: "Sólo admitimos pago al contado o transferencia bancaria; puede utilizar paypal, visa, mastercard o discover...". Y añadió: "¿Se anima? ¿Quiere probarnos?". Yo le decía gritando: “¡Pero oiga, mi casa arde, ya veo las llamas!”. Volvió a insistir: "¿Acepta? Sólo tiene que darme su número de tarjeta, la fecha de caducidad y el dígito mágico...".
─¿Y qué hiciste?
─Pedí la modalidad uno.
─Ah.
─A los cinco minutos llegó un jeep rojo con una sirena y de dentro salió un bombero energúmeno con un hacha.
─¿Y?
─Llevaba el traje con la bombona de oxígeno y el casco, no le vi la cara. Observó el incendio y luego me miró a mí para después decirme: “No puedo hacer nada, usted necesita la modalidad tres, lo siento”. Antes de irse me dejó una tarjetita en mi bolsillo y se despidió. En esos instantes yo era como una estatua de sal: fría, inmóvil, petrificada... Lo miraba todo con cara de pena y de póquer a la vez.
─Lo siento, lo siento.
─Mi casa ardía como una falla desbocada, las llamas eran espectaculares... A la media hora todo se vino definitivamente abajo. ¡Fluuuuuum!
─Me hago cargo.
─He estado toda la mañana mirando el humillo como un bobo. No sé si reír o llorar.
─¿Y cuánto has pagado por el servicio?
─Mil quinientos setenta y un euros con veintidós céntimos más iva.

©Juanjo Díaz

Mesa #05. Miércoles 15/05/1991 12:25


—“Lo que no entiendo es por qué me traes aquí si sabías que ibas a dejarme...”
—“¿Tienes fuego?”
—“Pues claro, toma. Anda, cuéntamelo ya que me tienes en ascuas...”
—“No sé, creí que era mejor que estuviéramos juntos, cara a cara, hablarlo...”
—¿Qué coño estás haciendo? Pareces una loca.
—Chsssss, cállate que no oigo.
—“...Y me llamó y me dijo que sí, que me lo daba”
—“No necesito verte, si me vas a dejar déjame en paz, ahí te quedas.”
—“¡Espera! No, así no, por favor...”
—¡Ahora lo entiendo! ¡Estás escuchando a las otras mesas! Eres patética...
—¿Te quieres callar? Hala, ya he perdido lo último. Ahora no sé qué le iban a dar a ésa.
—¿Y a ti qué te importa? Yo estoy aquí, digo yo que si has venido conmigo será para hablar conmigo, ¿no?
—Joder, cállate un minuto. Sólo es un momentito...
—“... ¡No me digas! Es increíble, hay cada cerdo por ahí que...”
—“Sí. Me fui muy digna pero en cuanto entré en el ascensor se me saltaron las lágrimas. Había un hombre y me miraba con una cara de pena...”
—Mira, si vas a seguir escuchando me largo.
—Venga, de verdad, no seas aguafiestas, es sólo un momentito...
—“... cuando me di cuenta estaba dándole mi teléfono...”
—“Nunca aprenderás”.
—¿Verdad? Nunca aprenderá.
—Tú eres gilipollas. Adiós.
—¡Espera! No seas así, hombre...
—“Reconozco que soy muy inocente, ¿pero qué hago entonces? ¿Volverme una amargada desconfiada?”
—Hola. Perdona, pero acabo de ver que te han dejado plantada y es lo mismo que me acaba de pasar a mí.
—Ya, ya lo he visto. Lo siento.
—Bueno, en realidad yo me lo he buscado.
—También es cierto...
—“... y nos metemos en el otro ascensor.”
—¿Puedo sentarme contigo? ¿Cómo te llamas?
—“... pero es que el tío estaba como un tren, así que ahí nos tienes, besándonos apasionadamente...”
—¿Perdona?
—“... Lo peor es que ahora no tengo ni trabajo ni nada de nada...”
—¿Hola?
—¿Eh? Ay, sí, perdóname. Me llamo Laura.
—Yo Pablo.
—“Pero, mujer, dale tiempo, te llamará...”
—Perdona, ¿te pasa algo? Estás como... Ausente.
—“Sí, claro, después de mes y medio. A ver cómo me las arreglo ahora...”
—No sé, quizá te estoy molestando... Mejor me voy.
—“Yo puedo ayudarte. Si tú quieres te puedo prestar el dinero.”
—“¡Pero qué dices! Quiero tenerlo...”
—¡Un bebé! Ya está, se ha quedado embarazada del del ascensor.
—¿Cómo dices?
—La chica, que se dejó llevar por un impulso y ahora está embarazada.
—Mira, no te entiendo. Lo siento, pero me voy. Un placer. Chao.
—“¡Eh, tú! ¡Que no me has pagado!”
—Vaya, ahora tendré que pagar el café de este tío. Huy, pues ahora que lo veo alejarse, qué guapo era...



lunes, 7 de noviembre de 2011

Mesa #10. Martes 20/04/1993 19:38

─¡Sí que has tardado en salir del baño! ¡Me tenías muy preocupada!
─Es que si te cuento lo que me ha pasado no te lo vas a creer...
─Ya, ¡otra excusa para ocultarme que has vuelto a fumar!
─Vale, entonces paso de explicarte que unos extraterrestres me han abducido con un rayo anaranjado a través de la ventana, me han llevado a su planeta y me han obligado a tener relaciones sexuales con la hija primogénita de su dios emperador...

domingo, 6 de noviembre de 2011

Mesa #07. Domingo 22/10/1950 15:45

─Feliz cincuenta cumpleaños.
─Muchas gracias.
─¿Te das cuenta?
─¿De qué?
─Que en el año dos mil tendrás cien años.
─Eso si llego.
─Eso seguro que sí.
─¿Y viviremos en la luna?
─Sí, y viajaremos de un lado a otro en nuestro flamante coche volador.
─Y tendremos un robot como criado...
─Cómo nos gusta soñar...
─¿Qué quieres tomar? Hoy es tu día especial, pide lo que quieras. Invito yo.
─Pues me haría ilusión una cosa...
─Dime.
─Nunca he tomado un anís. ¿Puedo?
─Por supuesto. Yo también me pido otro. Luego, si te apetece nos vamos al cine. Han estrenado una nueva versión de Cyrano de Bergerac con José Ferrer.
─Me gusta José Ferrer. ¡Es tan galán!
─¡Camarero! Dos anises, que hoy es el cumpleaños de mi dama.

sábado, 5 de noviembre de 2011

Mesa #10. Miércoles 08/03/1972 10:13

─Te lo advertí, te dije que te ibas a asustar mucho. Ahora, agarra bien la taza y tómate toda la tila. ¡No, no le eches azúcar, si no pierde todas sus cualidades! Con cuidado, no derrames nada, lo vas a necesitar... Y haz el favor de dejar de temblequear, estás llamando la atención. Debes recordar que no debes decir nada a nadie acerca de lo que has visto en esta foto, ¿de acuerdo? Me lo has de jurar por lo que más quieras. Aunque, en parte, no te iba a creer nadie. Ah, y cuando salgas de aquí ve a la primera peluquería que encuentres y que te cubran todas esas canas.

Mesa #11. Sábado 15/01/1994 15:43

─Cada vez que vengo aquí recuerdo lo mismo.
─¿Qué recuerda, Sra. Montse?
─El bombardeo.
─¿Vivió la guerra civil?
─Sí, era una niña y tenía nueve años.
─¿Y venía por aquí?
─Corríamos por esa calle en la oscuridad tropezando con gente, pisando cristales y muertos con la única luz de las bombas. Los gritos de histeria y de pánico... y el polvo te aturdían. La gente iba y venía a lo loco. Justo ahí murió una pareja muy joven, quedaron abrazados y reventados por una bomba que cayó en la plaza.
─¿Ahí?
─Sí, justo ahí, hija.
─Abuela.
─Dime.
─¿Qué más pasó?
─Había una señora mayor y enferma que la bajaron con colchón y todo al refugio y creo que de allí ya no salió con vida, pasó un tiempo largo ahí abajo, creo. Cuando nos caían las bombas sobre nuestras cabezas las caras de la gente eran un poema, amargo, demoledor, brutal... En esos instantes eternos cada uno hacía lo que podía. Recuerdo que un chico empezó a gritar y a golpearse la cabeza con una columna. El polvo de las bombas entraba por todas las rendijas y nos ahogábamos literalmente. Yo tuve suerte, al ser la niña de la casa, unos familiares me adoptaron y pasé la guerra en el campo, pero mi hermano la tuvo que pasar aquí. Un día, en medio de un bombardeo, mi padre lo abrazó y le dijo llorando...
─Cuantos años tenía su hermano?
─Creo que cinco.
─¿Cómo siguió el bombardeo?
─Sí, como te decía, mi padre abrazó a mi hermano con toda su alma y llorando le explicó con toda la paciencia del mundo que ya no bajarían más, que si tenían que morir lo harían allí mismo, en casa, o lo que quedaba de ella. Que estaban hartos de correr bajo las bombas. Hubo una semana demencial, bombardearon cada veinte minutos, día y noche. Polvo, ratas, muertos, cristales, ruinas, caos, auténtico horror. Miedo y ganas de que volviera la paz.
─Tranquila, abuela.
─Estoy muy tranquila, porque ya pasó pero, cuando vengo por aquí, me vienen a la cabeza esos recuerdos, aún vivos; como los fantasmas; como si hubiera ocurrido ayer. ¡Dios! Y las sirenas aún las oigo.
─Tranquila, abuela.
─Estoy muy tranquila, ya te lo he dicho...
─Vale, vale.
─Soy más fuerte que tú. ¡Que no te quepa duda!
─De acueerdo.
 ─Un día, allí en el campo, jugaba con una de mis primas; de repente vimos en el cielo un escuadrón de aviones que volaban alto. Nos los quedamos mirando como unas tontas y a mi prima no se le ocurrió otra cosa que decir: "Esos aviones van a bombardear la ciudad".

─Crueldad infantil.
─Inconsciencia; le salió así, sin más.
─Me quedé muy triste y al rato me olvidé de todo y continué jugando con ella, ¿qué podía hacer? Era sólo una niña. Así era la guerra.
─Traanquiilaa abuela.
─Estoy muy tranquila.



©Juanjo Díaz

viernes, 4 de noviembre de 2011

Mesa #02. Jueves 05/09/1969 22:30

─¿Quién te  ha pintaaaoo las ojeeeeeraaaaaas, la fló der lirioooo reaaaaal...?
─Pepi, haga usted el favor.
─¿Perdone? Ah, que les molesto. Ustedes disculparán, es que es la hora de cerrar y yo tengo que pasar el mocho por aquí, que en media hora viene el Anselmo a buscarme y salgo escopeteá.
─Pepi, por favor. Estamos tratando de cerrar un acuerdo importante. Vaya a fregar a la parte de la barra.
─Pero jefe, es que por ahí ya he pasao. Que si usted quiere yo voy y vuelvo a limpiar, pero es que es tontería, que ya le digo que ya hi limpiao. 
─Hágalo, por favor.
─Vale, vale, usted manda. Pero a las once si está aquí mi Anselmo y no he terminao yo me voy, ¿¿eh??
─Disculpe, Sr. Cubero. No tenía previsto todo esto.
─No se preocupe. Las mujeres, aun siendo de la limpieza, siempre quieren mandar. 
─¿Por qué te han puesto de seeeeeaaaa, ay Campaneraaaaaaa, por qué seraaaaá? ¿Qué tiene la Zarzamoraaa que a todas horas llora que lloraaaaaaaaa, por los riririririrrincoooneeeee? Ella que siempre desía que presumía de que partíaaa los corasoooneeeeee...
─¡PEPI!
─¡DIGA!
─¿No le he dicho que no moleste?
─Hmmm, no. Me ha dicho que me vaya a limpiar a otro lado. De cantar no ha dicho na.
─¡Termine de una vez y váyase! ¡Ya cerraré yo cuando terminemos!
─Perdón que interrumpa pero ahora el que tiene prisa soy yo. 
─Sr.Cubero, discúlpeme. Quédese, se lo ruego. No quedan muchas cláusulas por revisar.
─Verá, creo que no me va a interesar mucho hacer negocios con ustedes. No veo claro que esto pueda ser un acuerdo fructífero para mí después de ver lo mucho que influye la señora de la limpieza. Ya hablaremos más adelante, Cortés. Por ahora, dejemos las palabras en el aire. Buenas noches. señora...
─Buenas noches, Sr. Cortés. Y no se enfade usté con el jefe, hombre, que una mijilla de alegría no le viene mal a nadie...
─¡PEPI!
─¡ANSELMO!

Mesa #07. Miércoles /04/02/2009 10:02

─Y bien, ¿qué tal me veis?
─Pues, la verdad… Perfecto.
─Mejor de lo que esperábamos.
─Sabía que os iba a gustar, aunque la duda siempre está ahí. ¿Cuándo tenéis pensado que haga mi llegada?
─Bueno, en realidad eso es una cosa muy difícil de calcular.
─Quiere decir que hay que preparar el momento... No es algo que queremos que nos sorprenda. 

─Tiene que ser muy especial.
─Ah, vale, ya entiendo por dónde vais...
─Gracias. Menos mal.
─¿Os resulta incómodo?
─No, no, en absoluto. Bueno, sí, son cosas tan intimas...
─Y cambiando entonces de tema, ¿a quién de los dos creéis que me pareceré?
─Bueno...
 ─¿A ti a quién te gustaría parecerte?
─¿A mí? Pues a Marlon Brando en La Ley del Silencio.
─Vaya...
─¿Qué sucede?
─Nada. Bueno, te imaginábamos mucho más...
─¿Modosito?
─Bueno, sí, un poco más.
─Eso no va conmigo. Pero ojo, que quiera parecerme a Marlon Brando en esa película no significa que deseé acabar siendo un proscrito de la ley.
─Ah, menos mal...
─Lo decía por las motos. He decidido que me van a gustar mucho las motos. Eso de quemar el asfalto, sentir el aire en la cara, en el pelo. Por cierto ¿sabéis que voy a ser pelirrojo?
 ─¡Oh, vaya!

─¡Como mi madre!
─Y quiero que mi moto sea también roja como mi pelo… y muy potente, y muy veloz, y que las nenas se suban a ella y se sientan transportadas en una especie de águila salvaje, libre, y poder recorrer el mundo junto con ellas y conquistar sus corazo...
 ─¡Hey!, para, para, para el carro jovencito... Antes de todo eso has de nacer, crecer, aprender a caminar e ir a la guardería como el resto de los niños; eso sin olvidarte de llevar pañales, pasar de éstos a ir solito al orinal, dejar el biberón y pasar a la papilla y luego a comer con tenedor y cuchillo.
 ─E ir al colegio, aprender a leer y escribir, sacar buenas notas, sufrir tus primeras poluciones nocturnas, los desengaños amorosos y trabajar para conseguir tu "águila salvaje" gracias a la ayuda de tu propio y único esfuerzo...
 ─Oye, ¿qué sucede? No te habrás enfadado con nosotros ¿verdad?
 ─No… no para nada. Simplemente… que es duro volver a nacer, ¿no es cierto?
 ─Sí lo es, hijo. Pero es algo maravilloso.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mesa #07. Jueves 23/11/2006 16:50

─¿Qué te pasa?
─¿Que qué me pasa? ¡Lo mío es un suplicio, un infortunio, una maldición gitana!... Fíjate quienes han ocupado mi mesa.
─¿A ver?... ¡Joder! Ja, ja, ja...
─Eh, ¿qué os sucede? ¿De qué te ríes?
─Mira quiénes han vuelto a ocupar la mesa de este pobre desgraciado.
─Tío, ¡tres veces esta semana!
─Espera que lo adivine... Ja, ja, ja... ¡Me cago en...! Si te han tocado de nuevo las...
─¡... Sí, las puñeteras estatuas humanas! Esos dos putos "aprovechaos" de la avenida que hasta que no les echas pasta no se mueven y no te dicen lo que se quieren tomar. 

Mesa #10. Viernes 10/09/1999 12:44

─Perdona que haya llegado tarde, pero es que se me ha jodido el coche y, encima, mientras llamaba a la grúa, me han puesto una multa.
─Tranquilo, hace poco que he llegado.
─Vaya... Así que el tardón ibas a ser tú... Menudo desconsiderado. Suerte que te quiero mucho y no te lo tengo en cuenta. ¿Qué estas tomando?
─Un zumo de naranja.
─¡Míralo cómo se cuida! Tú siempre has sido así...
─¿A qué te refieres?
─Ni has fumado, ni bebes, ni trasnochas, sigues una dieta estricta... Tienes dinero, éxito con las mujeres, propiedades, eres inteligente y tienes tu propia empresa. En cambio yo... todo lo contrario. Aunque tampoco me puedo quejar, bueno sí: ¡me quejo porque estoy hasta los cojones de todo! Esta puta vida es un asco. Nada me sale bien, nunca tengo pasta suficiente para gastármela en lo que me apetece; mi mujer una puñetera adicta a los tarots telefónicos. ¿Sabes de cuánto fue la última factura? ¡Seis mil euros! ¡Lo que oyes! Los gemelos, unos inútiles, que encima me han salido delincuentes que se pasan todo el puñetero día en la calle, o bien pintarrajeando las paredes o bien rascándose los huevos o bien arriba y abajo con el maldito monopatín. ¡Un día los vi desde la ventana fumando porros y haciendo botellón! Y esos pelos que me llevan... ¡Rastas los llaman! Nidos de piojos y mierda para mí. Estoy un día por prenderles fuego a la cabeza mientras duermen. La pequeña se me ha ido de "okupa" a una casa llena de vagos como ella que se pasan todo el día haciendo el gilipollas, aprendiendo a caminar con zancos, tocando la flauta, durmiendo en el suelo con perros abandonados y pidiendo dinero delante de los coches cuando el semáforo se les pone en rojo... Tiene suerte de que aún no me la encontrado porque te juro que si la veo aprieto el acelerador y me la llevo por delante. Ah, eso sí, si tiene problemas viene a casa a que le llenemos el buche o le lavemos la ropa... ¡Encima a veces me trae a unos cuantos de su tribu para que los alimente! Para colmo no me dejaron dormir la siesta por culpa de tener que oír sus putos discursos anarquistas. Por otro lado, el mayor se me echa una novia; una puta, gorda y sucia como él; se pasan todo el santo día sentados en el sofá de casa, con los pies en la mesa, comiendo toda clase de basuras y viendo películas que se han bajado de internet; desde mi ordenador, en mi tele y en mi propio sofá. La tipa resulta que un día me suelta un desplante porque quiero ver un partido de fútbol y ella un reallity show, le meto un grito y mi hijo se levanta ofendido y me da una patada en los cojones. ¡Lo que oyes! ¡Mi propio hijo! Encima la zorra de su novia se pone a llorar y aparece mi mujer... ¡y la muy cabrona se pone de su parte! En el trabajo... Hace unos seis meses entra un "mierdas" nuevo, un niñato de esos peripuestos y que va de listo. El muy cabrón me roba clientes y luego cuando le canto las cuarenta en la hora del almuerzo me acusa de acoso laboral. Al final presenta un informe desfavorable y acaban echándome de la empresa. Y así estoy ahora, con cincuenta y tres años y apuntado en lista del paro, encima cobrando una limosna. Ahora debo varias pagos de hipoteca y me ya ha llegado la primera carta de desahucio... No, si no me quita la desgracia ni un milagro caído del cielo...
─Me estoy muriendo...
─… Encima ayer por la tarde... ¡me roban la cartera en el metro!
─Me estoy muriendo...
─¿Qué?
─Que me estoy muriendo. Me quedan apenas dos meses de vida. Hace unas semanas, tras un chequeo, me diagnosticaron leucemia linfoblástica aguda. No hay nada que hacer. Mi vida se consume por momentos. En breve ya no podré hacer una vida normal. No sabes cuant...
─¿Ves?... Si ya lo decía yo... ¡Tú siempre has sido un cabrón con muchísima suerte!

Mesa #10. Lunes 29/03/2010 23:45

─¡Se acerca el camarero! ¿Qué hacemos?
─Disimula. Pide tú primero. Sobre todo habla muy poco; compórtate como un cuerdo y no se dará cuenta que nos hemos escapado del manicomio...
─Lo intentaré.
─Buenas noches. ¿Los señores qué van a tomar?
─Yo un café con leche... y... ¡y una magdalena!
─Café con leche... y una magdalena. Perfecto. ¿Y usted?
─Pues a mí... a mí... a mí me pone un tazón de leche caliente con una cucharada de Adapin, dos de Alprazolam Intensol, un poco de Carbatrol, Effexor y Librium; y luego unas tostadas con un poco de
Mitran pulverizado acompañado de mermelada de Pemolina y Venlafaxina. ¿Te-ha-que-da-do-cla-ro-co-le-gui-ta? Todo sin azúcar. Ah, y no tardes mucho si no quieres que me ponga nervioso.

martes, 1 de noviembre de 2011

Mesa #07. Viernes 20/06/1997 15:25

─¡Ay!
─¿Qué te ha sucedido?
─¡Algo me ha golpeado la cara!
─¡Pero si yo no he visto nada!
─Perdone, señora, pero he sido yo... Es que la estaba mirando fijamente desde mi mesa cuando, de repente, me ha sorprendido un poderoso eructo al que no he podido controlar y es el que, accidentalmente, ha acabado por estamparse contra su mejilla.