viernes, 21 de octubre de 2011

Mesa #07. Lunes 03/09/2001 08.45

─¡Qué envidia me das!
─¿Por qué?
─¿Te parece poco? ¡Te casas este sábado por todo lo alto y para el colmo te vas de viaje de novios a los Estados Unidos!
─Ah, sí, claro, es estupendo pero... ambas cosas me aterran.
─¡Qué dices!
─Verás, en primer lugar no estoy segura de casarme ahora, tan pronto.
─¿Tan pronto? Niña, ¿para ti once años de noviazgo no son suficientes?
─Sí, lo son. Pero creo que aún no estoy preparada para la vida de casada.
─Escucha, que  lo digan de mí que soy un pendón desorejado lo encontraría más que lógico; ¡pero tú! Tú has nacido para el matrimonio y para tener hijos... ¿Oye, no estarás enamorada de otro?
─¡Pero qué dices! Amo a Juan como el primer día, sabes que lo adoro, es el hombre de mi vida, quiero vivir y hasta morir a su lado.
─¿Entonces?
─No sé, pero desde que hemos movido esto de la boda es como un mal presentimiento. Siento que tras casarme mi suerte va a cambiar a peor.
─¡Son los nervios! Siempre son los nervios. Escucha, dudar es algo natural, Y más aún cuando quedan seis días para el enlace.
─Sí, va todo tan rápido...
─Venga, dejemos lo de la boda de lado. ¿Cómo llevas lo del viaje?
─Pues no sé si eso es aún peor. Ya sabes lo que me aterra volar.
─Pero si el avión es el medio de transporte más seguro.
─Eso dicen todos... Mira, si fuese un vuelo corto aún te diría que no me importa. Pero Juan se ha emperrado en volar desde aquí hacia Boston y de Boston a Los Ángeles. Bueno tampoco había otra alternativa para esas fechas... Pero para mí todas esas horas dentro del avión van a ser como entrar en la casa del terror y no poder salir por mucho que lo intente.
─No pienses en eso... Pasará todo muy rápido, ya lo verás. Lo que no entiendo es por qué os vais a Los Ángeles, con los feo que es. ¡Podríais haber elegido Nueva York! En septiembre es la mejor época para pasear por sus calles y sus parques; y la vista de la ciudad desde lo alto de las Torres Gemelas es espectacular.
─Ya, pero él se ha emperrado en visitar Hollywood. Si por mí fuera desviaba ese dichoso avión y lo hacía aterrizar en el mismísimo centro de la Gran Manzana. Pero no me caerá esa breva.

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