martes, 18 de octubre de 2011

Mesa #08. Viernes 23/11/1984 10:56


—Es de día, pero hay una luz algo tenue. Quizá el cielo algo nublado. A lo lejos, en un paisaje de zona residencial, al estilo americano, la cámara se centra en una casa y comienza a acercarse lentamente a ella. Cuando empieza a acercarse vemos una figura en la ventana. Como si la cámara también la hubiera visto, comienza a acercarse a ella más rápidamente pero, justo cuando estamos a punto de distinguir la cara, la figura se aparta de la ventana y la cortina cae.
—Me gusta. Escríbelo.
—La cámara se detiene como si se hubiera quedado sin cometido. Entonces se escucha un timbre y la cámara desciende hasta la puerta. Hay una mujer. La cámara vuelve a detenerse. La mujer espera, primero se retoca el peinado, después se mira las uñas, los zapatos. Finalmente mira hacia la puerta y vuelve a llamar. Se queda un rato así, mirando a la puerta; después mira hacia fuera, hacia la calle, como si esperara que el dueño de la casa apareciera caminando. Nadie abre.
—Bien. Vas bien. Continúa.
—La mujer se da la vuelta y comienza a andar lentamente. Entonces la cámara empieza a alejar el plano para seguir a la mujer sin perder la casa. La mujer se aleja hacia la derecha; de pronto, en el mismo plano, por la izquierda, aparece un niño en una bicicleta que tropieza un poco antes de la casa y se cae. El golpe atrae a la cámara, que vuelve a acercar el plano hacia el niño, perdiendo a la mujer. Sin embargo, se acerca lo justo para ver la puerta de la casa a la derecha, casi a punto de desaparecer del plano. ¿Sigo?
—Sigue.
—Entonces, aunque el público teóricamente está viendo al niño —que de hecho es el enfocado en primer plano—, por el rabillo del ojo puede ver que la puerta de la casa se abre y sale el tipo con algo borroso en la mano que no se identifica bien.
—¿Qué es?
—Espera, déjame continuar. A partir de ahí el hombre desaparece del plano y el niño está sufriendo el ciclo de la caída: llora, se mira la rodilla, se levanta, coloca la bicicleta... Entonces se escucha un grito agudo y un disparo. La cámara parece tan sorprendida como nosotros, de modo que gira, curiosa, a toda velocidad hacia la derecha, que es de donde proviene el sonido. A lo lejos, en el suelo, hay un cuerpo desplomado. La cámara se acerca rápidamente y, al llegar, con un agujero en la cabeza y un charco de sangre bajo ella, está nuestra querida protagonista. La cámara se levanta y gira a derecha e izquierda como si buscara al culpable, pero no se ve a nadie.
—Y todos sabemos que ha sido él, el tipo de la ventana.
—Pero no sabemos quién es, recuerda que no hemos llegado a verlo porque se ha apartado de la ventana justo cuando la cámara iba a enfocarlo.
—Me gusta, me gusta.
—Pues ese es el principio. Ahora tengo que pensar en todo lo demás.
—¿Cómo en todo lo demás?
—Sí. Se me ha ocurrido esto esta mañana mientras me lavaba los dientes; ahora tengo que pensar en quién es él, por qué la ha matado, quién va a dar con la solución y cómo, quién es ella, etcétera. En fin, construir toda la historia.
—Pero Juan, eso es empezar por el final...
—Pues no, es justo lo contrario, empezar por el principio. Por el principio de la película...

No hay comentarios:

Publicar un comentario