viernes, 7 de octubre de 2011

Mesa #05. Miércoles 06/01/2010 00:43


—Entra, entra. Aquí estaremos mejor.
—Disculpen, pero estamos cerrando.
—Por favor, déjenos estar un momento. No tomaremos nada ni molestaremos... Verá, es sólo un momento... Es que nos siguen.
—Lo siento, voy a cerrar. Además, no quiero problemas en mi bar.
—Pero si no le vamos a dar ningún problema, se lo juro. Si podemos quedarnos aquí mientras usted cierra no ocurrirá nada en absoluto, se lo garantizo.
—Lo siento, tienen que salir.
—¡¡Nos van a matar!! ¿Comprende? ¡Si nos echa a la calle nos matarán!
—¡Eh! ¿Qué hace? ¡Salga de la barra! ¡Fuera de aquí! ¡Fuera!
—Mire, hemos sido amables pero no nos vamos a ir, quiero que lo entienda. Éste está un poco histérico pero yo soy más tranquilo. Espero que me entienda, no quisiera tener que sacar... esto.
—¡Dios mío! Venga, tranquilícese. Siéntense en la mesa. Esperaremos, de acuerdo.
—Esa es la actitud.
—Cerraré la puerta.
—Y apague también las luces, por favor.
—¿Y no falta uno de ustedes?
—¿A qué se refiere?
—Bueno, ¿dónde está Gaspar?
—¿Gaspar? ¡Ah! Gaspar está muerto. Y usted... está haciendo muchas preguntas, así que tenga cuidado.
—Lo siento, pero creo que no deberían ustedes cometer delitos vestidos así.
—Si nos hubiera visto en marzo vestidos de islamistas seguro que no habría dicho eso.
—Bueno, es que no es lo mismo. Los Reyes Magos traen regalos... Tengo un hijo de cuatro años que esta noche se ha acostado con toda la ilusión. Y ustedes están atentando contra esa ilusión... Además, yo debería irme de este bar en la calle del Peregrino, 33, pero si usted me apunta con un arma yo...
—Ya está bien de tanta cháchara. Ve a la barra y tráenos algo de comer. Joder, estoy hambriento.
—¡Y yo! Venga, papaíto, muévete. Pero antes... ¿Qué tienes en la mano? Trae acá ese teléfono, cabrón. ¡Qué hijo de puta! Tenía una llamada puesta a la policía...
—¡Mierda! Jodido imbécil... Vamos, pégale un tiro y larguémonos de aquí.
—Un tiro no, no, por favor. Les juro que no diré nada. Mire, mire cómo tiro el teléfono al suelo. Lo rompo y ya está, no podrán localizarme.
—Pero si les ha dicho la calle y el número. Qué puto listillo. No soporto a esta gente. ¡Venga, mátalo ya y vámonos que estarán al llegar!

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