miércoles, 5 de octubre de 2011

Mesa #08. Martes 23/08/2011 17:37


—¡Eh, tú, el de la mesa de la esquina! ¿Estás solo? Vente si quieres a mi mesa...
—Perdona, ¿nos conocemos?
—No exactamente. Me llamo Pablo y soy etólogo. Intento hacer un experimento hoy para un trabajo en la universidad que consiste en que todos los que entren en el bar se sienten en mi mesa. No sé si lo lograré, sobre todo si el bar empieza a llenarse... Después estudiaré los comportamientos.
—Vaya, pues suena interesante. Cuenta conmigo.
—Perfecto, gracias. ¡Perdone, señora! ¡Espere, no se siente aún en esa mesa de la puerta! ¿Quiere sentarse con nosotros? Se trata de un estudio sociológico. Creo que en breve vendrán de la televisión.
—Oh, pues vaya, no estoy muy guapa para que me graben.
—Yo la veo a usted fantástica. Venga, siéntese aquí. Me llamo Pablo Martínez y éste es...
—... Marcelo Herrán.
—Encantada, yo me llamo Dolores, pero pueden llamarme Lola. Y tutearme, también.
—Verás, Lola: estamos intentando que todo el que entre al bar se siente en nuestra mesa. ¿Quieres ayudarnos? Intentamos formar un islote humano en el centro del bar y después estudiar la situación. Es decir, crear una situación anómala para comprobar las reacciones.
—¿Las mías?
—No, en general. ¡Perdonad, chavales! ¿Podéis venir? Me refiero a todas las reacciones: las tuyas conmigo, o con estos dos chavales... Os explico, chicos: intentamos que esta mesa sea la única habitada en el bar. Al menos tendremos que ser quince o veinte personas, y después a ver qué ocurre. ¿Os apuntáis?
—¿Y si decimos que no?
—Bueno, si decís que no se estropeará el experimento y tendré que irme a otro bar...
—¿Pueden venir chicas? Quiero decir así, guapas, de nuestra edad, ja, ja, ja.
—¡Pues claro! Lo malo es que tendrán que entrar, salvo que tú salgas fuera a buscarlas. Venga, os acabo de dar una excusa para ligar.
—Pablo, mira, este se llama Pablo, como tú.
—Hola, tocayo. Toma asiento... si puedes, la mesa está empezando a estar llena.
—¡Eh, cuidado, que me pisas!
—Perdona, ¿tu nombre era...?
—Alberto. ¿Y tú?
—Me llamo Esperanza.
—Si quieres siéntate encima de mí. No te voy a hacer nada, lo juro.
—¿Hay que tocar la mesa o podemos estar cerca?
—¡Eh, Pablo, que te preguntan!
—¿Cómo? Da igual, lo que os parezca mejor. La verdad es que está saliendo muy bien, ya somos uno-dos-tres... diez... trece, catorce, quince y dieciséis.
—¿Y ahora qué?
—Camarero, pónganos cervezas para todos, ja, ja, ja.
—Oiga, no pueden sentarse todos ahí.
—¿Por qué no? Mira, mira, mira esos cuatro. Eh, Pablo, esos ya te conocen, han venido directos a la mesa.
—Eh, chicos, gracias. Ya casi veinte, vamos a parar. Venga, todos juntos aquí. ¡Lola, ven, ven!
—Pues vaya, ya me estaba aficionando. ¿No venía la tele?
—Bueno, reconozco que he hecho un poco de trampa. No sé por qué he pensado que te interesaría más si decía eso.
—Anda, pillín...
—Por favor, señores, distribúyanse...
—Es un experimento. Perdona, ¿cómo te llamas?
—Me llamo el dueño de esto. Así me llamo. Por favor, distribúyanse en las mesas o márchense, pero así no pueden estar.
—Es sólo un momento, de verdad. Mira, mira, ahí entra uno. A ver qué hace.
—Ja, ja, ja, se ha dado la vuelta... Vamos a tener que dejarlo o le espantaremos la clientela a este hombre.
—Bueno, en el fondo, bien pensado, así sólo hay que servir una mesa. Despediré a los demás camareros, ja, ja, ja.
—¿Cómo?
—No le hagas caso, Pablo. Es broma. ¿Estás anotando todo ahí? 
—Eso intento, pero estoy por sacar el móvil y filmarlo con la cámara. Espera.
—Eh, buena idea. Ahora mismo es bastante cómica la imagen. Venga, ve a la puerta. Espera, espera, que entra una mujer. ¡Hola! Nada, la hemos espantado también.
—Venga, voy a grabar un momento y disolvemos.
—Qué pena, está divertido.
—¡Luego lo subimos a Youtube!

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