viernes, 23 de diciembre de 2011

Mesa #07. Sábado 13/03/1971 14:42

─Deme usted una razón para que no retire mi dedo de este pulsador y haga volar por los aires este puto Café con toda esta gente dentro...
─Pues muy sencillo: lo acabo de pintar.

martes, 20 de diciembre de 2011

Mesa #10. Jueves 05/04/2012 11:22

─¿No está cansado?
─¿De qué?
─Llevo como cincuenta años viniendo a tomar algo a este café y siempre le he visto trabajar a sol y sombra. Es como si no tuviese vida propia.
─Bueno, me gusta trabajar. No sé hacer otra cosa.
─Trabajar es bueno, pero no con desmesura.
─Sí, puede que tenga razón. Y los años no pasan en balde. Pero verá, trabajando en un lugar como este uno no necesita nunca cruzar la frontera de la calle y tratar de conocer mundo. ¿Quiere que le confiese una cosa?
─Adelante.
─Siempre he sentido que en realidad es el mundo quien viene a mí.
─Pero, limitado... Usted solo se ocupa de esta y aquella mesa de allí.
─Sí, siempre. Nunca he cambiado. Siempre las mismas. Pero me es más que suficiente.
─Vamos, el ombligo del universo...
─¿Perdón?
─Que considera que este lugar, en concreto estas dos mesas, como el mismísimo ombligo del universo. Salvador Dalí decía que era Perpignan, ahora resulta que ha acabado desplazándose a este otro humilde lugar.
─No sé a que se refiere... pero bueno, es posible. Tanto en una como en la otra han sucedido muchísimas cosas, de todos los colores y formas. Piense que cada día son ocupadas por decenas y decenas de personas y cada una cuenta una historia... o incluso se la imagina en voz alta.
─Eso también lo he observado. Ya le he dicho que soy cliente habitual.
─¿Ah, sí? Pues resulta curioso pero nunca me había fijado.
─Bueno, entre otras cosas suelo pasar bastante desapercibido. Creo que es lo que le suele suceder a los observadores.
─Saben camuflarse... como los camaleones.
─Más o menos.
─¿Sabe que este bar sufrió un incendio?
─Lo sé. Ese día estaba sentado en aquella mesa. Fue en Mayo de 1969, después de una revuelta estudiantil.
─Cierto, yo también estaba.
─Lo sé. Es más, le recuerdo que sufrió un golpe en la frente con una porra.
─¡Vaya es cierto, estaba aquí también!
─Ya se lo he dicho. Es más, cayó al suelo inconsciente. ¿Sabe que yo le arrastré hacia ese rincón antes de que acabase pisoteado?
─ Pues no lo sabía... Siempre me había preguntado quién me había salvado la vida...
─Pues fui yo.
─¡Muchísimas gracias!
─No hay por qué darlas, hice lo que se tenía que hacer.
─Pues mire que... Joder, qué rabia, por mucho que hago esfuerzos no me acuerdo de usted.
─En aquella época llevaba barba y pelo largo.
─Igual es por eso.
─O por el golpe en la cabeza...
─¿Quién sabe?
─Mejor si se lo pregunta a su jefe; seguro que él sabe... ¡Ah, no, si murió hace poco! Fueron unos tipos vestidos de reyes magos.
─Sí, lo mataron a bocajarro. Sin miramientos. Ahora lleva el negocio su hijo.
─Lo sé. Se parece mucho a él. Y a su abuelo.
─Cierto.
─¿También sabe lo de los fantasmas?
─Sí, pero nunca he notado nada. Igual es porque no creo en estas cosas. Soy más mundano que espiritual.
─Yo tampoco he notado nada. Alguna brisilla helada... Pero dudo que sea debida a un espíritu del más allá.
─El jefe sí ha visto algo. Por lo menos al espíritu de su padre. Fue unos años después del incidente.
─¿Ah sí?
─No me lo contó él sino su madre. Se había quedado como en trance y luego le dijo una cosa rara; bueno, en realidad era una especie de verdad.
─¿Qué le dijo?
─Creo que fue que Gaspar o Baltasar no había participado en su asesinato... Lo cierto es que uno de los falsos reyes magos había muerto en el tiroteo antes de que los otros dos se refugiasen en el local.
─Qué cosas, ¿no?
─Pues... mire, yo se las respeto, aunque en realidad me cueste creerlas. No voy a discutir con nadie por culpa de un fantasma.
─Le entiendo.
─¿Y dice usted que viene todos los días?
─Sí. A veces llego antes de que se abra el local. La verdad es que en invierno las paso canutas con el frío. Pero luego entro, me siento, me tomo mi café con leche, mi bollo y escucho. Casi siempre hago que leo el periódico o veo la tele pero me gusta mucho escuchar. No todas las mesas. Algunas quedan muy lejos para mis tímpanos. Pero suelo prestarles la atención a casi todas.
─¿Sabe? Resulta curioso que ambos llevemos el mismo tiempo en este lugar y esta sea la primera vez que mantenemos una conversación.
─Bueno, creo tengo la respuesta.
─¿Sí?
─Así es.
─Pues soy todo oídos.
─Creo que ha sido debido a que hoy he tenido que abandonar mi mesa habitual, debido a que hay una señora que desde que ha entrado no para de comer tostadas y beber te con leche justo donde yo debería estar sentado, y esta es la primera vez que ocupo una de sus mesas.


domingo, 18 de diciembre de 2011

Mesa #09. Jueves 03/11/2011 18:25

─Tú lo has visto, sabes que lo traía conmigo. Lo he dejado aquí, junto a mi, y seguía en este mismo lado de la mesa cuando nos hemos levantado para pagar.
─Chica, no sé, pregúntale al camarero a ver si él lo ha visto y lo ha guardado en algún sitio.
─Ya sabía yo que no debería haberlo sacado de casa. Mira que lo intuía, ¿eh?, pero hacía tanto tiempo que no lo llevaba conmigo que no sé por qué se me ha ocurrido pensar en traérmelo. Con la rabia que me da perder las cosas... Y lo peor ahora no es el hecho de perderlo, que ya es, sino tener que arreglar la documentación y hacer todo ese vía crucis interminable de renovación de papeles. ¡Ag! ¡Qué rabia!
─Hija, no sé, creo que te apegas demasiado a las cosas materiales. A fin de cuentas sólo era un marido más del montón, tan normal y corriente como otro cualquiera. ¿De verdad crees que te será muy difícil encontrar otro de repuesto?

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Mesa #07. Miércoles 05/03/1980 20:03

─¿Y esa mesa?
─¿Qué le sucede a esa mesa?

─Parece diferente a las demás.
─¡Ah! Es que nunca ha sido ocupada por nadie.
─¿Nunca?
─Nunca. Desde que abrimos este local nadie ha querido hacer uso de ella.
─¿Y eso por qué?

─Pues no lo sé. Supongo que como en todas las cosas. ¿Donde usted vive no hay siempre un piso donde nunca ha vivido nadie o que ha cambiado mil veces de ocupante?
─Pues... sí, ahora que lo dice es cierto.
─Pues con esa mesa sucede lo mismo. Aunque en ese caso se mantiene virgen e impertérrita. Nadie la quiere ocupar ni sentarse en sus sillas.
─¿Y por qué no la quitan?
─El jefe no quiere. Además, si se fija, quedaría un hueco muy feo.
─Pues la verdad es que sí... ¿Y qué ha sucedido en los días que ha habido lleno? ¿Tampoco...?
─Tampoco. Es más, la gente que suele hacer cola parece que no la ve.
─Pues mire que está bien céntrica.
─Es perfecta. Por un lado domina todo el perímetro del local y por otro pasa desapercibida y ofrece intimidad.
─Pues tiene razón.
─Lo que le digo, pero no hay tu tía... Y, ahora que lo pienso... ¿No le apetecería...?
─¿Qué?
─¿No le gustaría tener el honor de ser su primer ocupante?
─¿Yo? No, no gracias. Prefiero dejar las cosas como están. Además aquí estoy mucho más cómodo.


Mesa #10. Domingo 08/09/1996 12:05

─Imagínate que esta croqueta es mi barco. Pues la puta patata se cruzó por delante, a toda velocidad, sin respetar las normas de circulación marítima y, tras una rápida pero inútil maniobra, acabé estampado contra la gaseosa que salía a realizar un crucero por toda la cuenca mediterranea.

martes, 13 de diciembre de 2011

Mesa #12. Jueves 07/07/2005 17:12

─Imposible. Es este bar no atienden ni llamándoles a gritos.
─Tranquilo. Se les ve que tienen mucho jaleo.
─¡Aun así! Llevamos ya cinco minutos sentados y lo único que han hecho ha sido limpiar la mesa. ¡Oiga! ¡Oiga!
─No grites, que despiertas al niño.
─Esto es desquiciante. Voy a la barra a pedir...
─En fin... Mira, Pedro. Ahí tienes a tu padre. Así es el hombre con el que me he casado. Tal vez no es lo mejor del mundo, pero es lo que hay. No puede evitar llamar la atención allá a donde va. Seguramente sea para demostrar lo hombre que es, sacando pecho, gritando con su voz ronca, levantando la mano como si fuera el mandamás del mundo... Pero no te engañes, eso lo hace porque en su trabajo no es nada, y luego tiene que llegar a casa y montar el numerito que seguro que ya te conoces: "el día menos pensado me voy de esta casa", "maldigo el día en que me casé contigo", "esta familia me ahoga"... Pero sé tranquilizarle bien. Me abro de piernas, dejo que me lo haga un poco, y se queda tranquilo, tirado en la cama viendo la televisión... ¡No puedo aguantarlo! ¿Acaso tú y yo nos merecemos esto? Siento que tengas que ver todas esas cosas. Siento que tengas que ver cómo hacemos el amor todas las noches, que me veas llorar en el baño, que me oigas decir estas barbaridades... pero si no es a ti, ¿a quién voy a contárselo? No soy feliz, no lo soy. Este matrimonio de mierda me está matando, y sé que te está matando a ti también... Ha dicho muchas veces que el día menos pensado se irá de casa, pero tal vez seamos nosotros los que un día nos iremos...
─Cariño, ¿qué haces?
─¿Eh? Nada... nada...
─¿Otra vez hablabas con él?
─No, sólo le decía cosas al niño.
─Mira, tu hermana nos ha dejado a Miguelín unas horas para que se lo cuidemos, así que trata de no asustarle con estas cosas que haces...
─¿Qué cosas? Sólo le susurraba cosas al niño...
─Carla, no me engañes. He oído como pronunciabas su nombre mientras me alejaba.
─Es que... le echo de menos.
─Y yo también, ¿acaso no te das cuenta? Si pudiera encontrar a la persona que se lo llevó, lo haría y... y... ¡Dios! ¡Le mataría!
─No, por favor. No te derrumbes ahora tú. No llores, por favor.
─Es que cada vez te siento más lejos. Sé que te estoy fallando, pero esto es demasiado para mí, para ti, para nosotros. No aguanto más. Si pudiera hacer algo...
─Hacemos todo lo que podemos, cariño. Debería centrarme más...
─Tú no tienes la culpa. Ya han pasado muchos años desde entonces, y no saber nada es algo que te está matando.
─"Nos" está matando...
─Gracias... Te quiero, Carla.
─Y yo a ti.

Mesa #12. Martes 10/05/2011 23:43

─Todas las noches, cuando vamos a dormir, se escuchan ruidos extraños en el edificio.
─¿Qué clase de ruidos?
─Como si alguien subiera y bajara bolsas por la noche. 
─¿No será eso? Algún vecino que esté trasladando cosas y prefiera hacerlo por la noche... ¿Tenéis sótano, buhardilla? 
─Nada, no tenemos nada de eso. Es un edificio pequeño y todos estamos alquilados. Cada uno tiene su piso, y ya está.
─¿Y no bajará a tirar la basura?
─También pensamos eso. Pero nadie sale del portal.
─¿Y por qué no habéis salido al descansillo? Así resolveríais el misterio al momento.
─Eso hicimos el otro día pero, o bien el vecino es muy rápido y se metió en casa en cuestión de un segundo, o bien no era un vecino el que hacía esos ruídos.
─¿Y quién si no va a hacer esos ruídos?
─Pues...
─¡Venga ya! ¿Ya estás otra vez pensando en fantasmas? Siempre has sido muy infantil, Luis.
─Si hubieras oído lo que nosotros, seguro no decías lo mismo.
─¿Y Raquel opina lo mismo que tú?
─Ella está bastante asustada, porque, según ella, hay algo siniestro en todo esto...
─Sorpréndeme.
─Somos la única pareja normal del edificio. Tenemos a una vecina que no para de meter figuras de santos en su casa, y cada vez que abre la puerta huele a vela todo el rellano. Después tenemos a una que no para de gritar a alguien por teléfono. Creemos que es a su hija, pero no estamos seguros...
─Y qué más...
─Después hay un chico que debe de ser artista y para poco por casa. Y por último tenemos a una chica que se ha mudado hace poco...
─Casualmente, los sonidos empezaron al poco de mudarse esa chica.
─No necesariamente, pero podría ser una explicación.
─¡Ya está bien! No se puede ser tan infantil. De pequeños, siempre necesitaste que mamá te leyera cuentos de fantasía antes de dormir, y ahora que ella no está, parece que necesitas inventarte algo que te haga vivir.
─No es cierto.
─¡Sí que lo es! A ver, Luis, puedes contarme lo que quieras, pero no sé si el que gastéis tanto tiempo de vuestra vida en cosas como estas afecta a vuestra relación. ¿Raquel y tú estáis bien?
─Pues claro que estamos bien, Pedro. Pero tienes que creerme; cuando te digo que esto no es normal, no lo es.
─Bien, pongamos que no puedes resolver el misterio de los sonidos nocturnos por ti mismo. ¿Qué vas a hacer? ¿Llamar a un cazafantasmas?
─Sé que es difícil de comprender... Mira, ¿qué te parece si hacemos una cosa? Quédate a dormir una noche.
─¿En vuestro minipiso de cuarenta metros cuadrados?
─El sofá es bastante cómodo...
─De acuerdo, ¿este viernes os viene bien?
─Tu sabrás. Eres tú el que se queda a dormir.

Mesa #04. Miércoles 14/12/2011 23:43

─Siento haberos hecho venir hasta aquí, y más a estas horas.
─No te preocupes, pero creo que todos merecemos una explicación. No es que sea tu obligación, pero esto fue algo que comenzamos entre todos, y entre todos deberá continuar.
─No le hagas caso. Ya sabes que es un poco melodramática, y a la mínima cree que el mundo se acaba.
─Sé que no lo dice en serio, pero tiene razón. Merecéis una explicación de por qué he estado tanto tiempo ausente.
─Somos todo oídos, pero antes vamos a pedir algo para beber.
─¿No cerrarán dentro de poco?
─Si lo fueran a hacer nos habrían dicho algo. ¡Disculpe! ¡Para tomar nota!
─Ya tenemos a medio bar mirándonos...
─Calla, tampoco he gritado tanto... Sí, verá. Para mi será una cerveza, ¿y para vosotros?
─Pues serán dos cervezas.
─A mí una "sin", por favor.
─Por aquí dos tónicas.
─Yo prefiero no tomar nada.
─Pues así todo, muchas gracias.
─Bien, pues allá voy. Sé que no siempre hemos tenido mucha confianza. De hecho, quitando el caso de Alejandro, con los demás tengo una relación "profesional".
─Si sacáramos dinero de esto sí que sería una relación "profesional".
─¡Ja, ja, ja, ja! 
─Todo llegará. La cuestión es que veo que Alejandro se ha portado bien, y no ha dicho nada sobre el motivo de mi ausencia.
─Me pediste no decir nada, y así lo he hecho.
─Y te lo agradezco mucho. Bien, pues allá voy... Me he casado.
─¿Cómo?
─¡Pero qué me estás contando! 
─Como lo oís. Por fin he sentado la cabeza, y creí importante hacéroslo saber.
─¿Y quién es él?
─Tranquilos, de hecho viene para aquí. He quedado con él para que le conozcáis.
─¿Así de repente? Pero qué corte...
─No os preocupéis. Es bastánte simpático... ¿Qué hora es?
─Pues ahora mismo las doce en punto.
─Dijo que vendría justo al sonar las campanas...
─¿Cómo?
─Justo al sonar las campanas...

lunes, 5 de diciembre de 2011

Mesa #07. Jueves 17/07/1989 16:25

─Siempre me he preguntado una cosa: ¿La Tierra se mueve por sí misma o la hacemos mover nosotros cuando avanzamos sobre ella?
─Huy, pues nunca me lo había planteado.
─Son cosas que a veces se te ocurren y que te dejan una especie de resquemor en el cerebro. Como por ejemplo: ¿los animales son inteligentes o se mueven por instinto?
─Yo creo que se mueven por instinto.
─Pues yo no... Conocí un perro que sabía sumar; lo hacía aleatoriamente, es decir, no se había aprendido una serie de secuencias de sumas sino que le decías: suma cinco mas doce y el tío ladraba diecisiete veces. A veces, cuando los cálculos eran más complejos, se ponía como a pensar y acto seguido emitía la sarta de ladridos.
─¡Vaya!
─Yo un día me pregunté si las plantas sufren cuando las arrancas, o si saben que te las quieres comer. Me sucedió de muy joven y pasé verdaderos momentos de espanto nada más imaginármelo. Desde entonces me hice ecologista.
─¿Y que me respondes a lo de la Tierra?
─Bueno, es posible, pero para que se moviera en una misma dirección todo el mundo debería ir caminando o circulando hacia un mismo lado ¿no?
─Ahí me haces dudar.
─Oye, ¿y como meten las burbujas en las bebidas gaseosas como esta?
─¿Y por qué son redondas las burbujas y no cuadradas, pentagonales...?
─¿...O con forma de pirámide?
─Exacto.
─¡Qué gran misterio el universo!
─Oye, ¿y qué hay después del universo?

domingo, 4 de diciembre de 2011

Mesa #14. Viernes 10/04/2015 21:01

Ayer tuve un sueño.
¿Ah, sí?
Te lo explico.
Vale.
Comía en un piso enorme delante de una televisión diminuta y creo que solo. Veía un informativo extravagante por la forma en la que tenían de anunciar las noticias. Yo (no sé por qué) comía con naturalidad mientras la presentadora decía: “...El señor Juan Carlos cree ser el rey de España pero no es así. Y hoy -no lo olviden- a ese tío le tendrán que informar de que no es un Borbón y menos el monarca. La broma ha sido sostenida durante casi cuarenta años para cuidar las apariencias pues, como bien saben, este país es una república... La familia real deberá, ja, jii, joo... qué putada, deberá buscarse la vida o... joder, perdón... apuntarse en el Inem. ¡Ah! Y lo mejor de todo, jaaaa: cotizar.
¿Eh?
El sobresalto fue tan profundo que me cargué el somier.
No era para menos.

Juanjo Díaz Tubert