—Mírale. Ahí lo tienes otra vez. El hombre de gris sentado solo en la mesa del rincón, con la mirada lánguida, perdida en un punto indefinido del office.
—Perdona, no te escuchaba. ¿Quién dices?
—Aquel de allí, en la mesa del fon... do.
—No veo a nadie.
—No lo entiendo..., estaba ahí hace sólo un momento.
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