sábado, 8 de octubre de 2011

Mesa #02. Sábado 8/10/2011 20:45

─Hola Alma, ya estoy aquí otra vez.
─¡Aishhh!
─Tranquila, no vengo a preguntarte nada esta vez. Ya no me apetece.
─¡Aishhh!
─Sé que ni tú me comprendes, no puedo reprochártelo. Yo tampoco entiendo por qué. Me siento mal, no logro ser feliz aun teniéndolo todo. Me hago pequeñito y siento que el mundo entero vale más que yo. Ellos pisan fuerte mientras que yo no sé ni si tengo pie.
─¡Aishhh!
─Pienso de verdad que demasiadas veces no he sentido cerca un hombro, un brazo, un simple dedo, ni tan siquiera pidiéndolo, y no me parece justo. Odio esta imagen de pobre hombre, qué penita da. No puedo soportarlo más.
─¡Aishhh!
─Me hubiese gustado que las cosas hubieran sido distintas, alma. De veras que lo intenté. Pero mi cabeza no quiere avanzar. Dentro de unos días todo volverá a la normalidad y podré coger fuerzas para subir, pero también sé que volveré a tropezar y a asquear a quien me rodea. 
 ─¡Aishhh!
 ─Algunos lo intentan, claro que sí, pero ya se han acostumbrado a esta noria y han perdido fuerza, asumiéndolo como normal. Y mientras tanto yo sigo sintiéndome muy pequeñito. Y no comprendo por qué. 
 ─¡Aishhh!
 ─Y es que, alma, los avances son tan lentos, tanto... Tú sabes que soy un hombre fuerte, puedo luchar contra cualquier adversidad, pero esto es tan largo que ha podido ya conmigo. Estoy agotado. Cansado de ver cómo chorradas son para mí grandes triunfos que celebro solo, en mi interior. Cansado de ver cómo los demás son tan perfectos, tan maravillosos, tan dioses que por sí mismos parecen llevar el mundo en volandas. A veces me miran con cara de no comprender por qué estoy así por cosas tan simples que todo el mundo siente en un momento o en otro y yo intento no mirarles a la cara para que su mirada de incomprensión no me taladre el corazón. Pero yo sigo siendo perfecto en silencio. Sólo yo sé todo lo que siento y que nadie podría comprender. Sé por qué hago y deshago cada cosa aunque no comparta mi propio modo impulsivo de actuar.
¡Aishhh!
─Estoy harto de ser bueno, de sentir la belleza tan intensamente, de querer hacer bien las cosas y por una memez acabar cagándolo todo, una y mil veces en un carrusel que no acaba jamás. Ya no puedo más. Ya no quiero seguir aturdiendo a nadie.  Estoy demasiado cansado, alma.. Sólo he venido a despedirme. Gracias por todo. Eres la única que siempre entendió... Hasta siempre.
─¡Aishhh!

No hay comentarios:

Publicar un comentario