martes, 4 de octubre de 2011

Mesa #08. Jueves 07/04/2011 10:30


—Perdonen que les moleste. Verán, no hemos podido evitar escuchar su conversación y nos gustaría hablar con ustedes. Les ruego que disculpen esta invasión de su intimidad, pero mi mujer, aquí presente, y yo llevamos ya casi veinte años intentando tener un hijo y no hemos podido. La adopción es una gran idea siempre que uno tenga dinero, si no no hay nada que hacer. Y en nuestra desesperación, quizá sin querer o quizá intencionadamente, la llevamos escuchando a usted desde que han entrado. Está usted tan guapa y tiene esa barriga tan bonita que...
—Pues mire, lo siento pero no deseamos hablar con ustedes de nada. Siento que no puedan tener niños pero quizá sea un mensaje de ahí arriba para que disfruten un poco de la vida, ¿no cree?
—¿De ahí arriba? ¿Cómo que de ahí arriba? ¿Cree usted que ahí arriba hay alguien que quiere que mate a su bebé y se largue de compras a New York? No, no diga que sí con la cabeza porque entonces yo le diré que ahí arriba nos han colocado en esta mesa contigua a la suya para escucharla y ofrecerle lo que usted quiera por quedarnos con ese bebé. Incluso si usted está de seis meses, nosotros podemos encargarnos de todo, pues el bebé sobreviviría con los cuidados adecuados y usted no notaría la diferencia entre abortar y darnos a su hijo. Aunque si usted pudiera aguantar un mes más...
—Bueno, quizá yo tenga algo que decir, ¿no le parece?
—Oh, no se preocupe, lo comprendemos, pero le dejaremos verlo cuando quiera. Le diremos que es usted su padre biológico desde el principio.
—Ah, no, no, no, eso no, no estoy dispuesta a que se salga con la suya.
—Pero cariño, ¿entonces se trata de hacerme daño? Te da igual el bebé, te da igual el embarazo, sólo quieres estropearme el deseo de ser padre.
—Puede ser, porque no hay más que verte, con esa cara que pones cada vez que se habla de él. ¡Límpiate un poco la baba!
—De modo que de eso se trata, ¿no? ¿Te molesta que yo quiera tener un hijo... quizá porque no te querré tanto a ti?
—De hecho ya hace un par de meses que no me quieres tanto.
—¡Pero si yo te adoro! ¡Hasta el punto de que iba a permitir que cometieras esa atrocidad!
—Bueno, bueno, no es ninguna atrocidad, es una opción. Es mi cuerpo y...
—Y hace usted lo que quiere, diga que sí, señorita. ¿Y no le importaría hacer lo que quiere el mes que viene? Nosotros nos encargaremos de todo. Le juro que no va a sufrir ni lo más mínimo.
—Perdone, señora, hagan el favor de dejarnos solos. Siento que tengan ese problema pero esta es una cuestión entre ella y yo, ¿comprende?
—Pero nosotros...
—Lo siento... Repito, lo siento. No podemos ayudarles. Le aseguro que no nacerá ese niño si no es para vivir con sus padres. En todo caso les agradezco la intervención: me han abierto ustedes los ojos. Y ahora, si no les importa, tengo que hablar con mi mujer... de amor.

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