─¿Qué te pasa?
─¿Que qué me pasa? ¡Lo mío es un suplicio, un infortunio, una maldición gitana!... Fíjate quienes han ocupado mi mesa.
─¿A ver?... ¡Joder! Ja, ja, ja...
─Eh, ¿qué os sucede? ¿De qué te ríes?
─Mira quiénes han vuelto a ocupar la mesa de este pobre desgraciado.
─Tío, ¡tres veces esta semana!
─Espera que lo adivine... Ja, ja, ja... ¡Me cago en...! Si te han tocado de nuevo las...
─¡... Sí, las puñeteras estatuas humanas! Esos dos putos "aprovechaos" de la avenida que hasta que no les echas pasta no se mueven y no te dicen lo que se quieren tomar.
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