─Anoche soñé con este lugar. Estábamos sentados en esta misma mesa, salvo que tú estabas sentado donde yo estoy sentado ahora. También había un tipo muy extraño a nuestro lado que no hacía más que cambiar de aspecto. Nos interrumpía en todo momento, eso me irritaba mucho porque querías contarme algo muy importante pero no había forma. No dejaba de darnos la murga todo el rato.
─¿Y qué decía?
─No lo recuerdo al detalle pero insistía mucho en que no había nacido aún porque, según él, se iba a morir un día de estos y no sé qué puñetas; metía de por medio la historia de unas manzanas y un organillo manipulado por un mono muy pequeño vestido de verde y azul.
─Qué extraño, ¿no?
─Sí, el tipo, o lo que fuese, era muy cansino. Pero menos mal que no era más que un sueño. Y sí, extraño, aunque ya sabes que en el mundo onírico pueden pasar todo tipo de cosas.
─¿Y qué sucedía conmigo? ¿Te contaba eso tan importante?
─No. Al final me desperté.
─Lástima. Vaya chasco.
─Era por eso por lo que había decidido traerte aquí. Siendo el mundo real no iba a aparecer el tío sin forma definida interrumpiéndonos todo el rato. También esperaba, con muchas ansias, que me sacaras de la duda y me contases eso tan importante que me ibas a anunciar, pero veo por tu cara de sorpresa que eso no va a ser posible.
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